14 de julio de 2008

Fito En La Rolling Stone








En una entrevista íntima donde Páez repasa cada tramo de su vida y en donde “las ciudades” resultan disparadoras de anécdotas, nuestro Fito cuenta mucho (y de seguro se guarda mucho más). Sabina, Cecilia, Charly, Liliana, Martín… Madrid, Río, Rosario y Buenos Aires. Recomendamos comprar la revista.
Estas son algunas fotos y la entrevista:
Fito Páez clásico
Durante más de medio año, rolling stone se encontró con Fito Páez en distintas partes del mundo: en una playa junto al mar en Río de Janeiro, en un bar de la Plaza Santa Ana en Madrid, a la vera del río Paraná en Rosario y en la intimidad de su departamento en Buenos Aires. Compositor esencial del cancionero popular de las últimas décadas de la argentina, Fito es, también, un ciudadano del mundo musical. En este paseo evocativo y sentimental por las cuatro urbes mas importantes de su vida, Páez dice: “Las ciudades son personas” y evoca su biografía personal, los grandes momentos de su creatividad, sus influencias… Así, su memoria se reencuentra con sus grandes canciones, esos temas que, revistados por Joaquín Sabina, Caetano Veloso, Mercedes Sosa o Adrián Iaies, ya se convirtieron en standards.
Playa de Ipanema, Rió de Janeiro
Desde la primera vez que estuvo en la cidade maravillosha, hace mas de dos décadas, Páez tiene un ritual que lo asemeja al personaje de Harvey Keitel en Cigarros, la película de Wayne Wang y Paul Auster: se saca una foto en el Arpoador, allí donde confluyen las playas de Ipanema y Copacabana. “No tiene ningún valor especial, mas allá de ver como pasa el tiempo en un mismo lugar yen un mismo espacio; y, además, me recuerda todo lo que paso allí, en ese momento. Supongo que dentro de muchos años voy a hacer algo con esas fotos”.
Cae la tarde sobre Ipanema, y en una larga caminata por la playa, Páez evoca: “Siempre tuve un rollazo con la ciudad. Porque conocía su música, a través de los discos de Jobim, que me había mostrado mi padre. Entonces, cuando llegue aquí era como si ya hubiera estado. Era… el swing. No se como explicarlo de otra forma. Muy hermoso. Veníamos a tocar al Circo Voador, un lugar emblemático de la movida moderna carioca. Y teníamos dos noches: el 7 y el 8 de noviembre de 1986. Tocamos la primera noche: vino Charly con Zoca (su mujer entonces) e hicimos un concierto precioso. Después vinimos todos a emborracharnos a esta playa, porque parábamos en el Arpoador Inn. Y estábamos felices. Pero ese día, a las ocho de la mañana, recibió la horrorosa noticia de que habían asesinado a mi familia en Rosario. Y estaba en aquel hotel, en esta playa. Esa fue mi primera vez en Río. Te diría que no fue una vuelta muy afortunada”.
Más allá de ese recuerdo triste y doloroso, pudiste reconstruir tu relación con la ciudad…
Las ciudades son personas. Tengo gente muy querida, muy amiga. Es una ciudad entrañable Río. Yo viví cosas profunda aquí. Y todos los lugares donde suceden esos hechos, en la vida de cualquier persona, pasan a ser importantes. Noches escuchando samba por allí, o en la casa de Herbert (Vianna) con su familia, con sus hijos… Pero más que nada, lo que mas recuerdo, si bien acá pasamos muchísimos momentos y muchas temporadas, lo que mas me conecto con la ciudad son aquellas audiciones de la música de Jobim con mi padre. Nunca se me despegaron y, de hecho, me dejaron una marca muy fuerte. El otro día con (Gonzalo) Aloras, descubrimos que la parte B de Tres agujas es la misma parte B de Garota de Ipanema. Son marcas que no se van mas, evidentemente. Por supuesto que no fue hecho conscientemente en ese momento, y lo descubrí mucho tiempo más tarde. Pero creo que esas son las cosas que se quedan pegadas.
En tu obra se pueden establecer varios puentes musicales con Brasil. No solo con la MPB o la bossa nova, sino también con el rock. En los 80 claramente, con los Paralamas.
De hecho Track track (el tema de Páez que reversión Paralamas) es una canción muy popular todavía, aquí en Brasil. Pero creo que lo que mas habría que resaltar es la inmensa e inagotable curiosidad de Herbert, que se hizo muy fan del rock argentino. Te diría que fue uno de los antropólogos modernos. Y se dio cuenta de que allí había gemas que iban a ser importantes para el futuro de la música americana. Y él lo percibió y se dedico. Y cuando digo que se dedico es que se puso a ver como eran esas canciones, y eso arreglos, y como eran los textos, y de que la iban.
Entonces te interesa el rock brasileño…
Claro. Hubo grupos que fueron muy importantes. Brasil tiene las tradición de Mutantes, la tradición tropicalista, un poco más moderna, porque Caetano no abandona su actitud rockera. Si bien se mete con muchas cosas, y hace un abordaje muy en serio, él lleva la idea del rock en su estilo polemista. Y después grupos como Titas, o Barao Vermelho, que sale Cacuza de allí. Brasil es un país moderno y modernista. Lo notas en su música, en su arquitectura, en las chicas en culo en la playa también. Van a su aire, y eso es muy hermoso.
Con Caetano, más allá de la amistad hay una relación musical…
Sí, él participó en la grabación de La rumba del piano. Fue en el 85, cuando grabamos eso. Estábamos en la casa de Ivonne de Virgilio (la primera empresaria que me lleva a Brasil), en el barrio de Joatinga. Fabi Cantilo bailaba mientras yo tocaba el piano. Él entro y dijo “no paren, sigan”. Él me había mandado a llamar porque me vio en la televisión en Buenos Aires, en el programa de Badia. Y la llamo a Zoca. Y le dijo: “¿Quién es el falco ese? Está buenísimo lo que hace”. Entonces lo fui a conocer al carmín del teatro Opera y le lleve Del 63. Y después de allí quedamos como colegas; yo lo llame y vino a grabar. Años después participo en la versión portuguesa de Mariposa Technicolor. Lo hizo en dos tomas, y eso que es una melodía muy brava. Pero él es un gran cantante. Y claro grabo Un vestido y un amor, con arreglo de mrolembaum muy hermoso.
Presentaciones en vivo has tenido en distintos ámbitos…
Hemos tocado en reductos pequeños, pero también en el Canecao, incluso en la playa copacabana, en festivales de verano. Por supuesto que también en bares, con colegas, hasta grandes horas de la mañana. Y tampoco podemos estar caminando por acá sin nombrar a Chico Buarque. El es la figura americana fundamental para pensar la música popular. Probablemente, el más importante de todos.
¿Cuales son tus discos fundamentales de la música brasileña?
Es difícil, porque son muchísimos. Pero podemos poner a Missa dos esclavos, de Remeto Pascoal; Matita pere, de Antonio Carlos Jobim; Os Graos de Paralamas; el primer disco de Os Mutantes; Tropiclaia 1; Relace, de Gilberto Gil; Frevo de Egberto Gismonti; el maravilloso disco que graban Cesar Camargo con Nana Caymmi, que me acuerdo que me lo mostró Pablo Milanes cuando llegue por primera vez a La Habana; Tom y Elis. Y después te diría que de la serie del sello Verve que saca Jobim… ¡Todo! Cores, nomes de Caetano. E incluso Fina estampa me parece un disco fundamental. Y no llegue a escuchar grabaciones de Heitor Villa-Lobos es algo que me debo. Pero es lindo dejarse cosas pendientes. Es un modo de no terminar de conocer lugares.
También hay otros artistas potentes como Lenine, Renato Russo, que era un flaco con mucha garra, mucha polenta y un lápiz muy agudo, muy fino. Los cantantes: Bethania, Gal, Elis, por supuesto. Y Cassia Eller, Ed Motta, Tim Maia… ¡Ese gordo tenía un swing! Y los cambistas, que son inagotables. Uno conoce la voz que sale por afuera de Brasil pero la interna es mucho más poderosa y sustanciosa.
En relación con la cuestión modernista, es interesante cómo sus músicos han sabido sintonizar con el resto del mundo y desarrollar un regionalismo crítico. Ellos no hacen barricada política: hicieron barricada estética. Ellos inventan la bossa nova. Entonces, hay menos dedito levantado y hay mas goce, porque hay playa. Sobre todo en las metrópolis más potentes. San Pablo no tiene playa, pero igual es un centro revolucionario. En Argentina hay mucho blablá, pero a algunos músicos le das una guitarra y no saben tocar nada. Por eso creo que nosotros deberíamos hacer una autocrítica muy fuerte. Creo que de algún modo algunos la estamos haciendo calladamente. Tenemos una tradición muy centenaria maravillosa. La música ha pauperizado mucho, y no podemos echarle la culpa a la globalización de eso. Algo pasó. Tampoco soy un tradicionalista, ni pretendo fundar acá una moral musical, ni mucho menos.
Si podes entender que hay una tradición en los lugares. No sale nada un lugar sin historia. No quiero decir que Argentina no haya tenido nada. Al contrario. Pero al haber sido tan fuerte lo que sucede en los años 90, la tercera década infame de la Argentina, nos cargamos la música popular. Se puede pensar que si un país se pauperiza lo hace en todos los aspectos. Y eso fue muy notorio, muy claro y muy contundente. Mucho papo, mucho papo y tres acordes. Con tres acordes no llegas a ningún lado porque ninguna expresión moderna esta basada en tres acordes.
Plaza Santa Ana, Madrid.
La noche anterior a comer ese platazo de jamón y una paella arquetípicamente inolvidable. Páez ofreció un concierto que tuvo entre sus invitados a Joaquín Sabina y Pablo Milanes, pero también a varios artistas españoles como Leonor Watling (de Marlango), el dúo Pereza y el trío que suele acompañar a Javier Limón. También estuvieron sus amigos Coki Debernardi y Ariel Rot. Fue grabado con la misma tecnología que se utiliza para transmitir las carreras de Formula 1, y será editado en CD y DVD. Esta vez, Páez no tuvo tiempo de comprar revistas en el metro, pero antes de salir de copas, en una de las tantas mesitas de la constelación de bares que rodea la Plaza Santa Ana, repasa sus años madrileños.
Empecemos por aquella frase de Un vestido y un amor: “Te vi fumabas unos chinos en Madrid”
Sí. El chino es una época en Madrid. El yanqui por los años 80.
¿Cómo fue esa etapa madrileña?
Hermosa, muy agitada, mucho rockanrol, muchos bateos donde se tocaba, se salía mucho de noche. Había muchos planes, le democracia no tenia tantos años, yo igual llegue a mediados de la década. La primera vez que estuve en España fue con Charly, en Ibiza, en el destape total, año 83. Locura. Me acuerdo que me recibió una amiga e el aeropuerto de Ibiza. Desnuda (se ríe). Literalmente desnuda.
¿Después de la primera vez tocaste como solista?
No, recuerdo haber tocado con lo Lions In Love, el grupo de Dani Melingo y Willy Crook, como tecladista. Fue extraordinario. Tenían una cantante increíble que se llamaba Stephiey en el bajo estaba Macarni, que ahora toca con Ariel. Y recuerdo a Daniel Melingo sacándome en hombros del Lab, un boliche donde se armaban largas zapadas. También recuerdo ensayos en Tablada con Los Rodríguez: Andrés tocando el bajo, Arito y Julián Infante en las guitarras, sacando un repertorio durante diez días, que después tocamos en la sala Revolver y fue el primer concierto importante a comienzo de los 90
De hecho Claudia Puyó contaba que la habías encontrado y la habías invitado a grabar El amor después del amor, justamente en un concierto de Los Rodríguez en el Parque Tierno Galván.
Exactamente. Es que me faltaba una explosión que no sabia como resolverla. Iba a ir a Londres a buscar una negra. Y cuando la vi ahí dije: “no, es ella”. Y de hecho ya no puedo pensar en el tema sin esa voz. Si hubo una infinidad de historias aquí.
La influencia argentina en el rock español, desde Moris hasta Calamaro e incluso vos mismo ha sido muy importante.
El ícono popular es Andrés Calamaro, sin ninguna duda. Pero creo el compositor que pule el genero de la canción en castellano en España es Ariel. El es un gran artesano, de altísimo vuelo, tanto en textos como en su música. Y en parceria con Andrés… Por eso fue tan explosivo: porque eran dos dioses en funcionamiento. Después, Andrés tiene su carácter, su personalidad avasallante, arrasador, encantadora y eso también lo transforma en un frontman. El papel de Ariel es el papel de compositor, del tipo que se dedica a la composición como un oficio artesanal hecho con mucha precisión. Para mi es un placer escucharlo subido en un escenario.
¿A Pedro Almodóvar lo conociste en Madrid o lo habías conocido en otro lugar?
conocí aquí, el Día de Todos los Santos. Estábamos con Cecilia, parando en una habitación del hotel Palace y cayó con unos huesitos de azúcar para comer: nos tiramos en la cama a tomar té y comer los huesitos. Me pareció un tipo delicioso, encantador, igual que sus films. Profundo, pero con un gran sentido del humor. Yo estaba un poco acojonado porque era muy fan suyo. Es curioso ser tan fan de un artista casi contemporáneo. Pero tendrá diez años más que yo, un poquito más. Tenía un aura hermosa. Obviamente, Cecilia es fundamental en tu relación con la ciudad… Si ella me conecta con la gente del cine, y con sus padres, que ya se transformaron y mis padres también. Entonces aquí hay un vínculo fuerte, familiar, por supuesto. Y ella es una musa de esta ciudad. Es adorada, es una actriz amada, respetada y muy querida. Fue como entrar de la mano de una diosa.
Anoche, en los camarines después del concierto, Pablo Milanes se adjudicaba el celestinaje del encuentro con Sabina ¿no?
Es verdad. No recuerdo ya como fue exactamente. De los 20 a los 40 me acuerdo bastante poco. Pero si surgió risas, de bares, de estar en una plaza y de irnos de putas con Joaquín en México. De quedarnos hablando sobre poetas españoles, y de música y de tal o cual cosa, y “como me gustaría hacer tal versión de tal tema”, rodeados de putas. Era muy delirante la escena: fuimos allí porque queríamos tomar un trago nada más, pero el único lugar que encontramos en la zona roja del D.F fue esa especie de cabaret.
¿Cómo recordas, diez años después, la grabación del disco y las peleas mediáticas?
Con cariño. Como ve uno todo con el tiempo: con amor. El no estaba en su mejor momento, y yo creo que ni él ni yo supimos comprender eso. Yo por mi obsesión al trabajo y por intentar arribar a un disco hermoso, y él porque no sabía como comportarse en medio de la crisis. Fue una explosión, dos personas desencontradas. Pero triunfo nuestro lado gentil, nuestro lado amable y nuestro aspecto caballeroso. Siempre les quito relevancia a las peleas.
¿Cómo evoluciono la relación?
Yo estaba acá cuando se quebró todo. Había venido a acompañar a Cecilia, que estaba haciendo “Todo sobre mi madre” y me fui a ver “Los amantes del circulo polar” de Julio Medem. Salí del cine y eran las cuatro de la tarde. Empecé a caminar y en un momento me di cuenta que estaba a dos cuadras de la casa de Joaquín. Le toque timbre y me recibió muy sorprendido después de todo aquel escándalo, pero estuvo muy amable igual.
Acaso sensibilizado por el peliculón de Medem…
Es una hermosa película, pero creo que fue mas casualidad: Salí de la deriva, no se si llevaba un walkman…
Me fui me voy de vez en cuando algún lugar dijo el poeta
Exacto. Y en un momento me di cuenta de que estaba cerca y dije: “le voy a tocar el timbre; yo soy un caballero, no tengo nada que ocultarle a nadie y menos a él”. Joaquín es un hombre al que quiero de verdad. Lo aprecio mucho. Y después de eso somos amigos. Con mucha elegancia por supuesto.
Ustedes empezaron a grabar Enemigos íntimos en el 97, pero me imagino que venias escuchando su música del mismo modo que él escuchaba a la tuya desde hacia varios años…
En San Pablo escuche Yo, mi, me, contigo y el segundo tema es aquel que dice: “Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres, porquen el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren”, que en realidad es un refrán del romancero gitano. El lo pone ahí perfecto: ese es su gesto artístico. Y yo pensaba que lo había escrito él y lo llamo por teléfono desde San Pablo y le digo: Joaquín tenemos que hacer ¡ya! un álbum”. Y fue una experiencia única: aprendí muchísimo de la vida. Si bien las formas en general las planteaba yo, en algunos casos tuve que musicalizar en base al texto escrito. Así arranco en realidad el vínculo. Yo no lo escuchaba tanto a Joaquín, fue a partir de ese tema de ese disco.
¿Qué es lo que mas te gusta de su obra?
Joaquín tiene una melancolía alcohólica que extraordinaria, con frases secas y lapidarias te diría, de una preescisión científica. “Me aburro en los entierros de mi generación” por ejemplo. O “la liturgia del abecedario”…”Y ya que me preguntas te diré que se lo es tener 14 años y estar muerto, lobo de mar anclado en la ciudad, cansado de olvidar una mujer en cada puerto. Impúdico animal sin pedigrí, adicto al elixir del corazón de las botellas, misógino aprendiz de seductor que canta rock & roll para exigirle a las estrellas: ojos que aprendan a mirar, labios que quemen, sabios que enseñen a besar, delirium tremens” Que mas querés que te diga…
Costanera del Río Paraná, Rosario.
“Esto ocurrió con la llegada de los socialistas a la Intendencia” advierte Páez. Se refiere al paseo que recorre la vera del Paraná, que planta su ciudad de cara al Río y que auspicia una nueva caminata, en este caso por la costanera. El sol que calienta esta tarde otoñal es perfecto para una recreación de los usos, costumbres e hitos del artista cachorro. Aparecen entonces los sabores. Los Carlitos del Bar Junior, la cerveza tirada de Gorostarzu, la bohemia del bar Saudades. Y aparecen los recuerdos canallas: “La primera vez que toque en el estadio de Central fue con Charly con la presentación de Cilcs Modernos, y yo venia como el hijo prodigo. De todos modos, a la ciudad la llevas con vos donde vayas. Sería como intentar dejar de ser el hijo de tu padre y de tu madre. Es un bien ganancial que uno no pide, pero tiene.”
La ciudad tiene un aura cultural muy importante. Y varios símbolos: Fontanarrosa, Olmedo…
Fontana y Berni, en la plástica y el Che Guevara en la vida política.
Vos también sos uno de eso iconos, claramente. ¿Te sentís consecuente con eso o in generador?
Rosario es una ciudad muy especial. Viví aquí los primero años de mi vida: del 63 hasta los comienzos de los 80, y era una ciudad muy gris, muy oscura, que vivió a espaldas del rió y al puerto. Entonces había que imaginarse un mundo. Yo tuve la suerte de crecer en una casa donde se estimulaba ese imaginario. ¿Si yo me correspondo con esa tradición? A lo mejor podría ser fundada en los desangelados de la ciudad. Entonces se pone en funcionamiento una tradición imaginativa, pero uno tampoco sabe si se pertenece a ella. Lo que si tengo es un contacto metafísico con la ciudad y con sus artistas. Cuando escucho a Nebbia yo escucho Rosario. Y conozco todos los modismos, sus formas, desde las armonizaciones hasta los giros vocales. Hay algo que no puedo definir, pero en muchos gestos puedo reconocerlo inmediatamente, incluso en Berni.
¿Cuál es tu primer recuerdo musical?
Uh, no se. Lo que si me acuerdo es la escena de los sábados a la tarde con mi viejo. El me llevaba a la Municipalidad en Rosario y revisaba los expedientes. Yo lo leía el expediente y el se fijaba si la copia estaba bien. Y mientras tanto, se cargaba en el tocadiscos con Jobim, con Sinatra, con Goyeneche, con Troilo, con Oscar Peterson, con Debussy. Había un piano en casa pero durante mi infancia no se toco nunca: el fantasma de mi madre, todo eso.
Tengo entendido que hay grabaciones de tu mamá tocando el piano ¿Qué tocaba?
Schumann, Debussy, Chopin. Piezas para piano: Tchaikovsky… artistas, se podría decir, modernos, de fines del siglo XIX y de principios del XX. Era una pianista sofisticada. Ese único disco lo grabo en Radio Nacional, según me contó mi padre, en Rosario. Es la grabación de un concierto que te daban en 78rpm. Yo lo escuche dos o tres veces. Me daba miedo. Me acuerdo una vez que lo escuche con Fabiana una casa de Villa Urquiza y nos quedamos alucinados. Era extraordinario, impresionante.
Entonces ese piano de la calle Balcarce, decías que imponía un respeto fantasmal…
Si era un piano familiar, de pared, a la vieja usanza. Era un piano alemán Foster muy raro: bordo, exótico, con unos candelabros. Y lo había tocado mi abuela, después lo toco mi tía Charito con mi madre, que eran de la misma generación y después quedo allí… Hasta que un viernes por la noche, baje el volumen de la tele y ante la sorpresa de todos fui al piano y comencé a hacer algunos clusters. Tenía menos de 9 años y se quedaron todos impactados. Estaba pensando en el cine, de alguna forma, haciendo música para una imagen intentando hacer que funcione. Y me lo festejaron mucho.
¿Y el primer contacto con el rock?
Con dos colegas del colegio tocábamos folclore. Pero cerca del final de la primaria, incorporamos Sui Generis. El primer disco de rock q fue Es una nube, no hay duda. Lo compré en la desquería Oliveira, que quedaba en Corrientes y Cevallos. Fue la primera vez que escuche rock en castellano; antes había escuchado a Los Gatos por la radio, pero me acuerdo que Vox Dei me voló la peluca. Todavía ahora si me pongo a escuchar el disco, me impacta la calidad.
¿En ese momento empezaste a ir a las disquerías?
Estábamos hablando de la aparición de la revista Pelo. Esa era la información, y aunque iba con mi padre, una o dos veces por mes, a partir de ahí yo tomaba las decisiones. Y era una aventura, porque nos quedábamos tres horas en el lugar que no era más grande que la mitad del living de mi casa. Y te digo lo que compre allí: Zeppelín 11; todo lo que el comienzo de Sui Generis; el final de Almendra; Vox Dei entero, que era mi favorito en esa época: Cuero caliente, Jeremías pies de plomo, La Biblia, La nave Infernal, en fin, todos esos discos increíbles tienen.
¿Te acordás del primer recital que viste?
La Máquina de Hacer Pájaros, el 7 de Agosto de 1976. En la fila 7 del teatro Astengo. Fue inolvidable. Yo creo que eso y el concierto de Luis al poco tiempo, con Tommy Gubistch haciendo El jardín de los presentes, fueron los que me llevaron definitivamente a saber que era eso lo que más me gustaba.
¿Conservas un recuerdo real de esos conciertos o se mitificaron?
Los recuerdo con mucha precisión. Por ejemplo, el arranque de la Maquina…no me lo borro. Se apagan las luces, se corre el telón; el miedo de estar en un lugar público y a oscuras…Era peligroso para un chico como yo estar ahí. No pasaba nada, en realidad, pero yo sentía peligro. Apenas empiezo el concierto Charly comienza con Con el patín desecho esta, muy chiquito todo y de repente… ¡Tran, tran! El tipo que estaba a mi lado se paro, se paro y yo pensé que iba a sacar un cuchillo y me iba a matar. ¡Mira el nivel de paranoia de un pibe de 14 años! Pero inmediatamente esa locura se deshizo con la energía maravillosa que traía Charly y el grupo. Yo recuerdo esos cuatro acordes: re cuarta, re mayor, do cuarta, do mayor, repetido cuatro veces antes de empezar la batería. Para mi eso fue el motor, la vuelta ala llave del tablero. Fue tal la excitación que me agarro, era tan hermoso lo que transmitía, una fuerza, una vitalidad, algo salvaje. Charly me acuerdo al poco rato término con una rosa en medio de la boca y tirado así entre el melotrón, el minimoog y el piano. Era alucinante…Se puso salvaje Charly… ¡loco! En el 76, por favor…
Ya que hablamos de instrumentos. Hay una historia con un órgano eléctrico Hohner que le pedías prestado…
… a Juan Chianelli, que era tecladista de Irreal. Vivía en el barrio Echesortu, que quedaba a cuarenta cuadras de mi casa. Varias veces hicimos la caminata: una vez con el Pájaro Gómez, el cantante de Vilma Palma, porque él tocaba la batería conmigo. Con él y con un amigo que se llamaba Guaro nos lo llevamos un viernes y se lo devolvíamos al día siguiente, porque tenía que ensayar. Con esa pianette Hohner hicimos las primeras reuniones en mi casa, y en 1978 se armo Neolalia: uno leía poemas, yo tocaba música, otro que se4 llamaba Sapo López actuaba, recitaba y después había una frontera rarísima, flauta, guitarra eléctrica, era una especie de MIA en desarrollo.
Muy experimental…
Chicos haciéndose los grandes. Pero ya fumábamos (tabaco, digo), ya nos metíamos los primeros tragos. Esas reuniones se hacían en el atillo de mi casa: el carajo le habíamos puesto.
¿Había algo de público?
No, éramos un grupo de idealistas grandes. Me acuerdo que el rito era sacar la lamparita blanca, poner una verde y armar el piano con mucha dificultad para amplificarlo con un equipo de mala muerte. Ahí hice la letra de Puñal tras puñal y Sobre la cuerda floja, un poquitito mas adelante.
Liliana Herrero aparece como un faro en tu formación intelectual ¿Cuándo se conocieron?
En el 79. Ella tenía un departamento en Corrientes y Pellegrini que compartía con Raúl Sepúlveda su pareja y en un momento no se si fue por Baglietto, Goldin o Norberto Campos un actor y director maravilloso que hacia cosas con el Negro Fontanarrosa…pero en un momento tenia que ocurrir porque éramos veinte ¿entendes? Y Liliana se transformo en una suerte de madre protectora o hermana mayor. Ella y Raúl me hablaban mucho del peronismo. Pero él además era un músico extraordinario, maestro, mentor, que me hizo hacer las primeras escuchas de EMC. A Liliana la recuerdo en su cocina, cebando mate y escuchando música: yo mostrándole clics modernos y ella mostrándome al Cuchi Leguizamon y al Dúo Salteño, nada menos. En ese momento a ella le daba mucho pudor cantar. Así que, de alguna manera cuando hicimos el primer disco yo la saque de la cocina.
¿En esa época te habías afiliado a MAS?
Por esos años me gustaba una colorada que estaba buenísima. Y en un momento termine tocando en un acto del MAS pero ni sabia lo que era el MAS. Me interesaban las tetas de la colorada. Nunca obtuve nada de ella… Después si ya en buenos aires participe en algunos actos del MAS; fui a tocar conociendo un poquito mas de que iba la cosa pero ya habían pasado casi 10 años.
¿Te acordas cuando fue la primera vez que ganaste plata con la música?
Me acuerdo que el Zorro, el manager de Enrique Llopis, me pagaba una platita de vez en cuando. Pero un día toque en el teatro Astengo y yo había hecho en esos días la vida es una moneda. La escucho se volvió loco pero la letra le parecía rara. Entonces llamaron a Rafael Ielpi que le puso una letra que nunca me gusto porque era muy pretenciosa. Ese día el Zorro me pago con un chocolate Shot. Y yo pensaba que hijo de puta lo que vengo a ensayar y todavía me paga con esto.
¿Cómo ocurre la explosión de la Trova Rosarina?
De la mano de Juan salimos todos a la palestra. Esa fue una idea exclusiva de Juan cuando se separa Irreal. El arma una suerte de combo que se llama Baglietto y Sus Amigos, que éramos Rubén Goldin, Silvina Garre, Raúl Giovanolli, que era un pibe que tocaba el clarinete, Piraña Fegúndez, en percusión, Zappo Aguilera. Hacíamos música de Corradini (cantante de Irreal) y de Silvio Rodríguez, de Chico Novarro, de María Elena Walsh, de diferentes autores y también de Goldin, de Fandermole, de Adrián Abonzio y mías. Pero Juan era la figura convocante si estaba Juan el lugar tenía onda si no estaba Juan no pasaba nada. Porque el tenia una imagen maravillosa, el escenario, la época, y el pelo largo y los tiradores, el mameluco, era de mucha onda. La primera vez en Buenos Aires fue en un festival que organizo la revista Humor contra Sinatra. Una cosa inexplicable, solo explicable por la coyuntura: Sinatra asociado con Palito y Palito asociado a la dictadura de una forma bastante arbitraria, creo. Además yo era fan de Sinatra. Pero a mi no me importaba Sinatra ni nada. Vamos a tocar y vamos. Eso fue Obras y eso fue la consagración de Juan en Buenos Aires. Todo el mundo se quedo maravillado con él. Y con motivo traía repertorio original y buenísimo. Así que todas las estrellas se alinearon para que al poco tiempo estemos grabando Tiempos difíciles en los estudios de EMI en Belgrano.
Casa de Fito en Recoleta, Buenos Aires.
En el living de un departamento señorial, ubicado en la cuadra más linda de Buenos Aires, suena un disco con las obras de Mozart, regalo de su hijo Martín, que a juzgar por las obras que su padre luce orgullosos en las paredes, es un artista plástico precoz. Hay poca luz y un clima de placida intimidad, distinto del de otras muchas otras noches de música, borracheras y moderados excesos: el negro Mariano, Fernando Rubio, Matías Gueilburt, además de los músicos como Coki Debenardis, Gonzalo Aloras, Carlos Vandera o… Elvis Costello. Sin embargo la visita de Costello es memorable pero no rompe con la tradición de su residencia. Son todas así. Una vez que los chicos se duermen, se puede. El horario mas tempranito son las seis de la matina: se escucha se toca y se graba. Se charla, se bebe y se fuma. Podemos ver una película o simplemente juntarnos a comer. No sabes el puré que hace el negro Mariano…
¿Te encandilaron las grandes luces cuando viniste por primera vez a Buenos Aires?
Sí. Vine con mi padre, mi tío y mis primos. Y todavía recuerdo el aroma del subte, que es único, especialísimo y que no existe en ninguna otra ciudad del mundo. De los autitos chocadores del Parque Independencia al Ital-park, que era para mi Disneylandia, fue un impacto total.
¿Cuántos años tenias en ese primer viaje?
Unos 10 supongo. Me había impactado mucho. Y siempre quedo en algún lugar la fantasía de volver. Un poco obligado por la vuelta del perro de Rosario y otro poco por la fascinación que ejercen las grandes ciudades.
¿Qué otros recuerdos de aquel primer viaje?
Calle Corrientes. Corrientes y Montevideo, donde después viví. Viví en toda esa zona, en el hotel Milán, en el hotel Première arriba de La Giralda, viví en un departamento que me prestaba mi tío Lito…toda esa zona era muy intensa, estaba la historia de los teatros, la bohemia… me pegaba mis buenas caminatas por Corrientes, a la noche sobre todo. Todavía lo hago.
Todavía quedan vestigios de la bohemia, muy distinto de lo que es ahora…
Si estaba Pernambuco ahí en esa cuadra, pasaba Symns, yo solía comprar la Cerdos y Peces, estaba el teatro donde enseñaba Augusto Fernández en Rodríguez Peña, el Vitral… así que yo agarre eso. Y después ya entre en el Buenos Aires de los 80: drugs, eigthies y acción. El Einstein… se estaba moviendo todo, se estaba saliendo de la dictadura y el mapa, la tela del fondo, era fabulosa: Modern Clics, Yendo de la cama al living y Jade. No podía ser mejor mi vida en ese momento para vislumbrar el futuro: tenía todos los mothers, más toda la maquina paternal. Estaba Melingo, mezclando con la JP con las drogas y el humor, y escuchando el ska, y a la vez estaba produciendo los cadillacs. Estaba Sumo, y la personalidad arrasadora de Luca. Y me acuerdo que los iba a ver era fan.
¿Qué circuito frecuentaban con Luca?
Yo me lo cruzaba en el Parakultural y de ahí a la casa de él, que era un conventillo que estaba ahí muy cerquita, y era un lugar de movida también.
¿Y de qué hablaban?
De música. Luca tenía una charla suave. Después tenia el muñeco ése para la prensa claro. Pero era un tipo muy sotisficado, muy inteligente, y tenía una linda charla. Me acuerdo de haberlo cruzado varias veces y terminar en la casa de él. Era alucinante: en Parakultural estaba Urdapilleta con Tortonese… ¡Y Batato! La vibra de Buenos Aires era alucinante. Estaba Bolivia que era el bar de Sergio De Loof. Te cruzabas con gente divina. Todos locos. Músicos, pintores, actrices, escritores… Era una ciudad muy revolucionaria en ese sentido, con grandes apariciones estéticas.
Y vos en ese momento, si bien ya tenías varios discos editados, todavía no eras Fito Páez.
Yo llene el Luna Park como hito, digamos por primera vez en el 85. Pero de todos modos todavía te movías en un terreno que era under… Si claro. Era amigo de Fernando Noy, estábamos curtiendo todo el tiempo. Y había libertad, que la generábamos nosotros también. Igual conmigo pasó una cosa extraña, creo, que fue que aparte fui popular. Me saludaban hasta las tías, vecinas, les caía simpático, no se… después es difícil exigirle a alguien que siga todo tu recorrido, tu viaje interior. Pero yo siento que me han dado un espacio en este lugar, que me han dejado hacer. Para mí es un regalo, porque yo no conozco artistas extraordinarios que por ahí no son populares que no son queridos que no son conocidos. Pero también hay que decir que la esperanza que teníamos en las cosas se movieran para un punto mejor no sucedió, eso también es real.
¿En lo estético o en lo social?
A todo nivel. En los 80 estaba Fogwill haciendo los pichiegos. Estaban Horacio González, Beatriz Sarlo… Filipelli haciendo sus películas. Pero hubo algo que mostró que la platita valía más, que no importaba resolver nada de nada. En ese sentido somos un pueblo adolescente. Y yo viví en Buenos Aires ese proceso y no me gusto, fue una decepción. Como perdimos esa oportunidad, Buenos Aires se transformo ahora en la ciudad que vota a Macri y elige a Elisa Carrió para presidente. Entonces eso hay que verlo, hay que estudiarlo. Allí hay algo de escensial de la ciudad que no se mantuvo: su tradición cultural.
¿Cuándo empieza aparecer Buenos Aires en tus canciones? ¿En 11 y 6? ¿En giros?
Aparece Buenos Aires cuando estoy con Charly cuando lo veo haciendo Terapia intensiva cocinando todo eso en ese momento, en el estudio, como metía los tambores y las cosas que se le ocurrían musicalmente, era tan exótico… nunca me voy a olvidar de cómo Charly disponía lo estereos todavía lo hace. Una presición en las perspectivas sonoras de los instrumentos que era fascinante y es fascinante solo por eso. Charly García es Bs As. El potente el que va a quedar siempre. Y eso fue una gran influencia, entonces en giros ya esta Taquicardia, las velas rápidas, el tempo alto, están las guitarras eléctricas de Charly abiertas. Además no te olvides de que yo estuve en la cocina del vivo de Modern Clics así que vi todo. Pero Luis también es Bs As. Cuando hace Resumen porteño dice “ricky está listo, listo del bocho, encima le toco marina 937” ya te contó la ciudad. Ya la había contado antes igual en Laura va. Luis representa el aspecto más moderno y volátil del artista argentino. Yo lo aparento mucho con Xul Solar, con una suerte de metafísica interior muy importante y con unos niveles de invención insólitos. Imagínate el culo que tuve de cruzarme con eso dos animales… y después con Litto.
¿Te acordas del primer encuentro con Spinetta?
Fue en al esquina de Santa Fe y Riobamba. Le digo ¿vos sos vos? Y me dice ¿vos sos vos? Y a partir de ahí nos quedamos hermanos para siempre. Me acuerdo que vino a mi casa en Rosario y curtimos dos tarde con mis abuelas, mi padre había fallecido y se vino a estar conmigo y mis abuelas allá en Rosario. Era muy emocionante tenerlo a Luis en mi casa. El fue mi maestro, mi mentor silencioso. Recuerdo muchas cosas con él, pero la grabación de Gricel fue un momento inolvidable. Fue en el estudio de arriba, en Ion, yo estaba con un emulator y él me decía proba esto, proba lo otro y en dos horas teníamos el tema, con las voces y los trenes… yo recuerdo que le puse un contrabajo medio baión, él se entusiasmo muchísimo. Pero todo el arreglo de Gricel es un hombre hablándole a otro.
Volvamos a 11 y 6 que claramente aparece Buenos Aires de un modo muy explícito. De hecho son las calles que recorrías en ese momento ¿no?
A mi en general todo lo testimonial y lo coyuntural me termina agotando, pero esa canción tiene encanto. Creo que el secreto esta en la melodía y en darle al amor la dimensión mítica. Y me parece que tiene una melodía muy linda.
Se puede vincular con Chiquilín de Bacín de Piazzolla y Ferrer
Exacto. Tiene una tradición y casi es el mismo cuento. Chiquilín es menos feliz, la poesía esta un poquito mas afectada, hay un dramatismo puesto, hay culpa.
En el año 2000 escribiste El diablo de tu corazón un tema que te mostrabas enojado con Buenos Aires. ¿Te reconciliaste con la ciudad?
Me reconcilio cuando escucho los discos de Martí, Aloras, Vandera, Dacal, los Rosal, Lisandro Artismuño… incluso Lucho Ortega está grabando canciones… ese es el pulso de la ciudad ¡hoy! Pero todavía veo grescas en la calle… Pero Bs As es un laboratorio crispado. No tiene mar, no quiere ver el río. No tenemos baile, salvo el tango, y la sensualidad intelectual. Pero hay poco cuerpo.
¿Poco cuerpo? ¿Por qué?
Porque no tenemos el samba, no tenemos África en un punto. Basta con escuchar la música de Astor para entender el dramatismo de la ciudad. Es una música nostalgiosa, muy vital, pero evoca nostalgia como un sentimiento importante. Yo creo que Bs As es el gran laboratorio argentino, están pasando cosas permanentemente, pero no hay capacidad de leer Bs As ya, ahora mismo. La perdimos. Por la cantidad de dimensiones y capas que tiene, por su complejidad merecería un análisis como el de Martínez Estrada. Hay cosas que te llaman la atención. Música popular de los 80 Yendo de la cama al living. Música popular de hoy Arjona. Esta ahí es la misma ciudad. Lilita Carrió en la presidencia y Macri en la intendencia. Esa es la Buenos Aires que tenemos hoy, es realidad, no es una interpretación mía. Ese es el voto de hoy. Macri es un hombre que no sabe nada de la cultura en Bs As… el jefe de gobierno de la ciudad no puede decir que leyó una novela de Borges, esta prohibido señor. Arjona no hace treinta y cuatro Luna Park en ningún otro lado del mundo loco ¿Qué pasa se han vuelto locos todos? ¿Cómo puede ser? ¿De yendo de la cama al living a esto? ¿Qué paso en el medio?
¿Sentís que tendrías que ser vos el que llene esos treinta y cuatro Luna Park?
Nooo, ni en pedo, no quiero cargar con eso. Yo tengo un lugar perfecto, de una libertad total y me siento muy orgulloso de eso. Acá nadie va a venir a sentarse adelante mío a decirme vos hiciste tal cosa o tal otra. Silencio, silencio, porque ese es mi patrimonio, mi libertad. Es lo único que tengo… y el amor de mis hijos. Y supongo que el amor de gente a quién amo también. Eso no tiene precio, eso es lo que hace el amor y lo que te da cierta certeza, poder decirle a cualquiera tu punto de vista sin tener que ofenderte ni pelearte con nadie. Tus pequeñas verdades.

FUENTE: Marilyn ... Gracias Ruso desde el Foro de Libre Páez
MIRÁ EL VIDEO DE LA ENTREVISTA ACÁ: http://www.rollingstone.com.ar/nota.asp?nota_id=1030428

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo un placer el poder colaborar con Librepáez! Lograste poner las fotos! muy buenas.
Un saludo

Spinetta por Aznar

Hoy todas las guitarras están de luto
La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas
sólo puede pensar en la tuya,
tal vez porque el barro
tal vez porque este balcón donde te vi
casi por última vez
mira una nube de la forma y el color
de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos
Este balcón que se quedó esperando una charla
unas palabras o un abrazo
más
que yá no llegará
Luto también en las palabras
habituadas como estaban a que les pusieras
cascabeles
guirnaldas asonantes
o ruedas de tren apocalíptico
caleidoscópicos ojos de fertil papel
de tu prolífica pluma
que suma y resta sílabas
del metro patrón de las esferas
apenas solas
a solas penas
Adiós
que sea A-Dios
a sus brazos
a ese rincón de magia
que seguramente Él guardará
para los que se animan a jugar
con los bloques con los que ha construido el mundo
haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos
donde el corazón se muestra
y baila desafiando al vacio
Adiós
Mientras me duele el pecho
te imagino en viaje
por inmensidades más vastas que las del Capitán
pero a diferencia de él
sé que tendrás todos los tangos silbados al oído
y nunca faltará un mate
ni perfume a malvones
En todos nosotros se queda un pedacito tuyo
serás inspiración multiplicada por millares
a lo largo de los años
y lo ancho de las geografías
Cambiaste nuestras vidas
abriendole camino a la imaginación
cantándole salvaje o dulcemente
a los misterios que nos habitan
al misterio que somos
Adiós
No me resigno a tener que decirlo
Adiós
mensajero del infinito

Pedro Aznar