8 de octubre de 2011

EL SALMON EN NYC


NUEVA YORK.- El recital de Andrés Calamaro en Nueva York de anteanoche tuvo tres tercios definidos: una primera parte sobria y algo aburrida, una segunda chispeante y encantadora, y una tercera borracha y papelonera, en la que Calamaro terminó con los pantalones en las rodillas y tirado en el piso, improvisando boca abajo una versión chapurreada de "Que me pisen", de Sumo.
Un rato antes, Calamaro había consultado con las 1200 personas que habían llenado el teatro Irving Plaza si debía seguir tomando tequila o si debía parar. Quiso que la gente aplaudiera un supuesto "tequilómetro" contra otro "glamurómetro". Explicó: "Si aplauden fuerte al glamurómetro, entonces quiere decir todavía estamos en buen estado y podemos seguir tomando tequila". Pero el público, como el de cualquier recital, aplaudía todo, sin entrar en sutilezas. Calamaro leyó el resultado como una autorización a seguir tomando.
Es una pena que haya sido así, porque de ahí en más el recital, el tercero de su primera gira por Estados Unidos (esta noche toca en Miami), desbarrancó hasta perder casi toda su gracia. Los jóvenes y no tan jóvenes latinoamericanos que habían pagado 62 dólares para verlo -muchos argentinos, pero también muchísimos colombianos- mantuvieron su entusiasmo durante todo el set, pero después, en la vereda de la Calle 15 de Manhattan, mientras fumaban o se mostraban fotos recién sacadas, comentaban con divertida perplejidad la última media hora de Calamaro. Sobre todo comentaban el momento, durante "Crímenes perfectos", en el que el ex líder de Los Rodríguez se puso de espaldas, desabrochó sus pantalones, se encorvó hacia adelante y ofreció al público sus nalgas pálidas y huesudas. "¡Y peludas!", comentó Natalia, una admiradora colombiana.
No fue todo el tiempo así. Calamaro había arrancado el recital con "¿Quién asó la manteca?", más como un crooner que un rocker, protegido por un par de anteojos negros que no se sacaría nunca y vestido con un traje negro encima de camisa blanca y corbata negra. Así pasaron "Todavía una canción de amor" y "Alta suciedad". Calamaro modificaba las melodías, como recitándolas, pero también las achataba y las desafinaba, haciéndolas menos reconocibles. Sin la posibilidad de corear los himnos junto a su ídolo, el público, inquieto y expectante, tardó en despertarse.
Quien se despertó antes fue el propio Calamaro. Apareció una botella de tequila, de la que tomó un par de shots en un vasito de vidrio y que le dio la chispa necesaria a "Mi gin tonic", la primera canción de la noche en generar una verdadera temperatura de recital de rock. Acá comenzó el mejor tramo del concierto, con una versión power-ballad de "Media Verónica" y una versión blusera de "El tercio de los sueños". En este estado centelleante Calamaro cantó bien y con emoción "Estadio Azteca", el momento más alto del recital, con artista y público unidos, a grito pelado, cantando versos conmovedores.
Si en los primeros veinte minutos casi no había abierto la boca, en la última hora no paró de hablar. Lo hizo casi siempre con ironía, imitando el estilo engolado de un maestro de ceremonias. En ocasiones fue gracioso o sincero ("Estoy honrado de pisar el mismo escenario donde alguna vez tocaron Lou Reed y John Belushi"), pero más a menudo uno tenía la sensación de que Calamaro no sabía qué tan en serio tomarse el primer recital de su vida en Nueva York. Prefirió ser burlón y sarcástico, pero los exiliados treintañeros y cuarentones que habían ido ahí a recuperar algo de su juventud perdida, probablemente habrían preferido ver al Calamaro más melancólico y emotivo. Y habrían tenido razón: sin emoción -sin honestidad brutal-, Calamaro es la mitad de Calamaro.
En sus monólogos dedicó largos minutos a defender las corridas de toros, una de sus causas políticas predilectas, y a Carlos Tévez. Modificó la letra de "Maradona" para cantar: "No me importa en que lío / se meta Carlos Tévez". Cerca del final se enroscó en una interminable discusión sobre si las gaseosas dietéticas engordan más que las comunes. "Eso sería un problema para mí", dijo, yendo de un lado al otro del escenario. "Porque yo me bajo entre 5 y 10 Cocas light por día". Ante el despiste de la tribuna, AC hizo una pausa: "¿A qué venía todo esto?" Los de abajo, con los brazos cansados de sostener las camaritas, se preguntaban lo mismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece que Andres desbarrancó en NyC. Hizo alusion a fito en esta cancion (si bien ya hace alusion cuando dice "me dejaste el vestido y te llevaste el amor") dsp dijo, fumabas unos chinos madrid jajaja este andres jaja
Abrazo amigos Paezinos!!
PD: cuando tocara Fito en Mar del Plata??????!!!
Emiliano

Anónimo dijo...

Habría que preguntarse en general hasta cuando se puede estirar una imagen que pueden tener los fans de uno, siempre ficticia, y nos venden algo que con los años va cayendo por su peso... nadie es taaaan malo, pero nadie es taaaaan bueno... Cada uno da la imagen que se trabaja.Cuando tienes una imagen pública tienes que atenerte a eso, comes de ello.
Si no se aplica, será porque eso es todo lo que puede dar... y yo opino que si uno no está a la altura, más vale que tenga dignidad y...mejore o....fuera.
Pero es ciego quien no quiere ver....o escuchar....
Saludos otoñales.
HM

Spinetta por Aznar

Hoy todas las guitarras están de luto
La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas
sólo puede pensar en la tuya,
tal vez porque el barro
tal vez porque este balcón donde te vi
casi por última vez
mira una nube de la forma y el color
de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos
Este balcón que se quedó esperando una charla
unas palabras o un abrazo
más
que yá no llegará
Luto también en las palabras
habituadas como estaban a que les pusieras
cascabeles
guirnaldas asonantes
o ruedas de tren apocalíptico
caleidoscópicos ojos de fertil papel
de tu prolífica pluma
que suma y resta sílabas
del metro patrón de las esferas
apenas solas
a solas penas
Adiós
que sea A-Dios
a sus brazos
a ese rincón de magia
que seguramente Él guardará
para los que se animan a jugar
con los bloques con los que ha construido el mundo
haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos
donde el corazón se muestra
y baila desafiando al vacio
Adiós
Mientras me duele el pecho
te imagino en viaje
por inmensidades más vastas que las del Capitán
pero a diferencia de él
sé que tendrás todos los tangos silbados al oído
y nunca faltará un mate
ni perfume a malvones
En todos nosotros se queda un pedacito tuyo
serás inspiración multiplicada por millares
a lo largo de los años
y lo ancho de las geografías
Cambiaste nuestras vidas
abriendole camino a la imaginación
cantándole salvaje o dulcemente
a los misterios que nos habitan
al misterio que somos
Adiós
No me resigno a tener que decirlo
Adiós
mensajero del infinito

Pedro Aznar