5 de febrero de 2010

SEXO, AGUA Y ROCK AND ROLL

¿Ya no son lo que eran? Algunos piden que vuelvan a los excesos y otros creen que la droga no es socia de la creatividad. El debate.
Por Bruno Lazzaro

A lo largo y ancho de la historia, las drogas funcionaron como musas prostituidas de grandes artistas, desde célebres pensadores hasta magníficos escritores, como Edgar Allan Poe, consumidor de opio y láudano. El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, experimentó con cocaína en 1884 –cuando la droga de moda era la morfina– e inauguró una línea de investigación que continuó después de su muerte con LSD, cuyo máximo cultor fue el psicosociólogo Timothy Leary. La experimentación social con estimulantes tuvo su consagración en la década del ’60, los años del flower power, encabezada por artistas de diversas disciplinas. Los Beatles –que probaron marihuana y pasaron por sustancias más fuertes hasta llegar al LSD– cambiaron la imagen de abandono y enfermedad que tenía la sociedad sobre los “drogadictos”. Todos utilizaron los estimulantes en su producción artística y muchos, al no poder resistir sus encantos, las invitaron a formar parte de sus vidas aunque los llevara a una muerte anticipada. Joaquín Sabina y Charly García –dos de los cantautores más convocantes y aclamados por los argentinos, que vivieron el desenfreno hasta convertirse casi en fantasmas de sí mismos– cambiaron ese final anunciado por una difícil recuperación. De aquellos excesos a estas normalidades, la modificación es tan brutal que muchos de sus seguidores consideran que sus ídolos están acabados. Esa reacción despierta interrogantes: ¿La creatividad es innata o está atada al desenfreno? ¿Se los valora por el hecho artístico en sí mismo o también por el escándalo? ¿Cuánto influyeron en esos escándalos las industrias y la prensa canalla que gira a su alrededor?

El periodista y escritor Enrique Symns –fundador de Cerdos & Peces, monologuista que abría los shows de Los Redonditos de Ricota, biógrafo de Fito Páez y personaje ineludible en la escena del rock– es contundente: “La palabra recuperar es engañosa, ya que nos tienta a involucrarla con la salud. Yo no veo a Charly recuperado, lo veo más drogado que antes. Drogado por los laboratorios y por los psiquiatras, dueños y señores del poder adictivo. Charly se ha convertido en un gordo que dice idioteces y es festejado por el coro polifónico de la argentinidad al palo. Charly envenenado era mucho más que este paquete turístico que es hoy. Sabina salió con más dignidad aunque su inteligencia también quedó resentida. La droga que consumen ambos hoy en día es la más poderosa de todas las que existen: el dinero”.

Efectivamente, tanto García como Sabina siguen siendo generadores de negocios, aunque es difícil determinar si también para ellos mismos: basta con recordar a Charly durante su primera presentación en público luego de la internación, con dificultades para hablar y moverse, para entenderlo. Symns no es el único que va por esa línea de pensamiento: entre los fans son muchos los que piden el regreso de los antiguos ídolos. “Joaquín, a mi hijo le puse tu nombre por ser un tipo genial. Por favor no me sigas decepcionando”, escribió en Taringa un usuario de apodo Doctor, mientras que Tronador opinó en el portal YouTube: “Charly, volvé a la frula… así no podés seguir”. En los foros de los diarios locales, “nomesorprende” pide “que devuelvan al viejo Charly, a este de ahora balbuceando no lo queremos” y “fanadeltal” asegura que a Sabina, “desde que largó el vicio, se le va el bocho. Joaquín, no largues la merca que te hace mal”.

¿Por qué algunos seguidores de Charly y Sabina no pueden aceptar la nueva vida de sus ídolos? Responde el psicólogo y psiquiatra Roberto Abalo, quien supo tratar a Diego Maradona: “Porque nos fascinamos con los reventados y muchas veces se los toma como modelos. La gente vincula el talento con cierta autodestrucción. Estos personajes se ven como héroes y muchos seguidores viven el fin de los excesos como una traición”.

En su momento también los músicos consideraron que la recuperación no era un buen camino. Grandes amigos en tiempos de parrandas locales, cuando el cantante español dejó de coquetear con uno de los grandes amores de García, los excesos, la relación se enfrió a punto de congelamiento. “Mal, dejó las drogas. Está hecho mierda”, dijo Charly –autor de temas como “Promesas sobre el bidet” o “Inconsciente colectivo”– cuando le preguntaron cómo veía al recuperado Sabina que visitaba la Argentina. Un poco más conciliador e incluso jocoso, Sabina – quien afirma que “al menos un ochenta por ciento de los grandes creadores necesitaron estimularse”– dijo que “al lado de Charly soy la madre Teresa de la puta que lo parió. Soy una monja de clausura, de verdad. Lo digo en su honor”.

Es pertinente, entonces, la pregunta que se formula el músico y psicólogo Fabio Lacolla: “¿Qué hubiese sido del whisky sin Sabina y de la droga sin Charly?” Y se responde: “Ambos incorporaron en su manera de crear una referencia al consumo, inclusive por fuera de sus canciones ya sea en declaraciones a la prensa o en actitudes observadas a través de los medios. Una cosa es el testimonio y otra la apología. El artista abre su corazón y relata en forma de canción lo que le pasa, encuentra en el arte un modo de hacer catarsis sobre algunas situaciones que no puede manejar. Pero cuando promueve el consumo desde sus letras, comete un acto de obscenidad donde esa demostración es parte activa de una problemática”.

Problemática que tanto Charly como Sabina se ocuparon de demostrar una y otra vez. Hicieron de los excesos un culto y de sus exposiciones públicas y privadas un trampolín mediático que no siempre les permitió saltar a una pileta llena. Más de una vez les ganó el repudio de algunos como el usuario “Y la perdieron”, que en otro foro asegura: “Los excesos y las drogas los transformaron en lo que son hoy, no hombres más sabios sino idiotas más viejos”.

En cambio el periodista Sergio Marchi, autor de No digas nada, la biografía de Charly García, opina que “entre el cementerio y el consultorio médico, ambos eligieron inteligentemente la segunda opción. El rock del reviente terminó tras las muertes de Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison. Hubo algunos que no se convencieron y probaron que llega un momento en que las drogas quitan todo lo que alguna vez creíste que te dieron. Además no hay nada más lindo que el regreso glorioso. Sin salud no hay genio creativo, ni ser humano. Pero para recuperarse plenamente, Charly tiene que renunciar a todo de corazón, no porque se lo impone la justicia. Cuando eso suceda de verdad, allí recobrará genio y salud”.

En la actualidad, y pese a mostrarse en plena recuperación, ambos continúan cantándole a aquello que casi los termina de tumbar, eligiendo las viejas canciones sobre el tema. Una paradoja carnal que los llevó a perder algún que otro seguidor, pero que los mantiene firmes en el podio de las preferencias. La cancha de Boca –donde Sabina se presentó hace unas semanas con gran afluencia– y el estadio de Vélez –en el que García ofreció en octubre pasado un concierto memorable bajo una intensa lluvia– dieron muestras de que su poder de convocatoria sigue vigente.

Los excesos de Sabina comenzaron hace mucho y el cantante de Úbeda todavía se hace eco de aquella declaración que alguna vez realizó Keith Richard –guitarrista de los Rolling Stones– sobre su relación con las sustancias prohibidas: “Yo nunca tuve problemas con las drogas, sólo tuve problemas con la policía”. Afirmación que se refuerza porque hacía unos días que había dejado la cocaína cuando sufrió el accidente neurológico que lo hundió en una depresión de cuatro años sin querer salir de su casa ni ver a sus amigos. Pero al fin recuperó su alma, le ganó su vida a la banca y comprendió que ese pasado –en el que alguna vez estuvo tres días y tres noches despierto, cortando frases y aspirando melodías– ya no formaría parte de su calendario. El “ictus”, como él mismo denomina al accidente isquémico cerebral que lo durmió algunas horas a mediados de 2001, es motivo suficiente para entenderlo.

En el recién editado Romper una canción, Benjamín Prado –coautor de la mayoría de las canciones de Vinagres y Rosas, el último disco de Sabina– revela la falta de inspiración del español, que le dijo: “Mira Benja, te voy a proponer algo. Yo vivo en una felicidad doméstica de la que es imposible sacar un verso; pero tú estás hecho polvo, y eso es una mina de oro. Te propongo aprovecharme de tus desgracias y que nos vayamos por ahí a escribir canciones”. La idea consistía en agitar un poco la vida de Sabina, creador de temas como “Y nos dieron las diez” y “Peor para el sol”, que en sus últimas apariciones se confesó bastante aburrido de la vida de container, para mantener la línea de sus trabajos anteriores. De todos modos, el cantante no puede evitar reconocer que tiene “una terrible nostalgia de los excesos”.

El final de las jornadas de juerga y post depresión de Charly –un círculo vicioso que lo llevó a implosionar– le llegó por decisión de sus familiares más cercanos y amigos. El “bicolor” fue internado a la fuerza hace un año y medio y, a pedido de la Obra Social de músicos, comenzó una paulatina recuperación en el Centro de Reumatología y Rehabilitación (RR) de Luján, mientras vivía en la quinta de Palito Ortega. “Tenía atrofia muscular, se le dificultaba caminar y hablar –recuerda Pablo De Caso, director del centro–; así que planeamos una rehabilitación integral.” Luego continuó un tratamiento multidisciplinario en el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco), que incluye rehabilitación física y cognitiva, más algunas pastillas para soñar y para combatir la abstinencia.
Basta comparar al Charly que gritaba desaforado “¡Tráiganme whisky y rivotril!” o aquel que saltó desnudo de un noveno piso en Mendoza rumbo a una piscina, con la figura pulcra y con algunas redondeces que devuelve su espejo actual para comprender por qué define este proceso como un renacimiento: “Estoy haciendo algo muy bueno con la banda, estoy muy bien a nivel personal. Me siento muy feliz. Digamos que la vida, a través del destino, me dio la oportunidad de vivir las cosas de otra manera”.

Tiempo atrás Charly analizó sus excesos: “Depende de cada uno. Todo dogma o religión tiene un cuadrado. Prefiero tomar un poquito de cada cosa y no limitarme al cuadrado”. Ahora el nuevo García –al que Sabina dice tenerle envidia por estar más gordito que él– afirma estar haciendo “una vida de hombre grande. Tuve amigos que me ayudaron y yo le puse mucha garra a toda mi rehabilitación, así que podríamos decir que se trata de una cosa conjunta. Pero hay un detalle muy importante aún: el cerebro está más claro”.

Una frase que sugiere que la capacidad de crear permanece intacta aun ante la ausencia de estimulantes. El guitarrista Don Vilanova –ex Botafogo– también cree en esa posibilidad: “Hay muchos mitos sin sentido que sólo hacen mal. Jimmi Hendrix o Charlie Parker hubiesen sido los mismos sin heroína. Charly a los doce era profesor de música y a esa edad todavía no había consumido ninguna droga. Hay muchas lacras que viven del rock, ya sea desde la difusión como desde la producción, y buscan que haya ídolos hechos mierda. Me parece que hay un interés detrás y no lo digo como santurrón. Yo probé de todo, pero supe bajarme a tiempo”.

En la vereda contraria se para Pipo Cipolatti, un amigo perteneciente al círculo de los non santos, al afirmar: “A Charly le dieron pastillas y más pastillas. Lo tuvieron atado y ahora no puede ni mover las manos. Pregunto, ¿el que toma aspirinas no se droga? Hay drogas psiquiátricas que son libres”.
Para Fabián “Zorrito” Von Quintiero –tecladista de Charly– “la inspiración es muy personal. Depende de quién se trate, porque como ya dijo Charly, ‘cada cual tiene un trip en el bocho’. No es una regla fija que el consumo y la creatividad vayan de la mano. No apostaría a que es algo necesario, el precio a pagar sería muy caro”. Y lo avala la cantante Fabiana Cantilo: “Hay un momento en el que elegís entre la vida y la muerte. En mi caso, elegí curarme. Pero eso no quiere decir que abandone mi carrera como artista”.

Es que como analiza Lacolla, “con el pasar de los años el artista va encontrando, en su forma de decir y de pensar, la propia creación; y puede ocurrir que componga sus nuevas obras tomando como referencia el ‘allá y entonces’ y no el ‘aquí y ahora’. Muchos consideran que el rock debe incluir en su estética el reviente y el descontrol para que sea creíble. Temen defraudar al público y hasta le restan valor a su obra si no habla de los excesos y las noches de parranda, como si la ‘vida careta’ no estuviera cargada de excesos y cosas que se nos van de las manos”.

Andrés Calamaro, quien abandonó la cocaína hace ocho años –y al que Charly quiere invitar a cantar juntos pese a las diferencias que mantienen desde hace años–, contaba las dificultades de abandonar una adicción: “Al principio fue complicado, me aburría y me faltaba ese condimento de ánimo. Ya no soportaba esas mañanas raras... Lo que pasa es que es muy difícil trabajar con la propia voluntad”. Un análisis coherente para un artista que hace nueve años, cuando fue consultado por lo que le provocaba un nuevo aniversario del golpe militar, contestó simple y directo: “Situación de estupefacientes, de rock, fútbol, sala de ensayo”.

De grandes estrellas a músicos recuperados, Sabina y Charly desandaron hasta el límite el camino de la fama. Hoy sus vidas frente a los medios giran más en torno a su salud que a sus logros. “Los ídolos pueden recaer al encontrarse con un público que no los acompaña en la recuperación”, advierte Abalo, mientras que Lacolla, el psicólogo del rock, confía en que los artistas “de a poco, encontrarán una nueva manera de mirar al futuro”.

García vislumbró ese porvenir y lo plasmó en los versos de “Cuando ya me empiece a quedar solo”: “Una vejez sin temores y una vida reposada, ventanas muy agitadas y una cama tan inmóvil”. Sabina prácticamente lo anticipa en su nuevo tema, “Viudita de Clicquot” del disco Vinagre y rosas: “A los cuarenta y diez naufragué en un Plus Ultra sin faro, mi caballo volvió sólo a casa. ¿Qué fue de John Wayne? Me pasé de la raya con tal de pasar por el aro. Con sesenta qué importa la talla de mis Calvin Klein”.

Fuente: REVISTA VEINTITRES & EL BLOG DE CHARLY GARCIA

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Spinetta por Aznar

Hoy todas las guitarras están de luto
La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas
sólo puede pensar en la tuya,
tal vez porque el barro
tal vez porque este balcón donde te vi
casi por última vez
mira una nube de la forma y el color
de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos
Este balcón que se quedó esperando una charla
unas palabras o un abrazo
más
que yá no llegará
Luto también en las palabras
habituadas como estaban a que les pusieras
cascabeles
guirnaldas asonantes
o ruedas de tren apocalíptico
caleidoscópicos ojos de fertil papel
de tu prolífica pluma
que suma y resta sílabas
del metro patrón de las esferas
apenas solas
a solas penas
Adiós
que sea A-Dios
a sus brazos
a ese rincón de magia
que seguramente Él guardará
para los que se animan a jugar
con los bloques con los que ha construido el mundo
haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos
donde el corazón se muestra
y baila desafiando al vacio
Adiós
Mientras me duele el pecho
te imagino en viaje
por inmensidades más vastas que las del Capitán
pero a diferencia de él
sé que tendrás todos los tangos silbados al oído
y nunca faltará un mate
ni perfume a malvones
En todos nosotros se queda un pedacito tuyo
serás inspiración multiplicada por millares
a lo largo de los años
y lo ancho de las geografías
Cambiaste nuestras vidas
abriendole camino a la imaginación
cantándole salvaje o dulcemente
a los misterios que nos habitan
al misterio que somos
Adiós
No me resigno a tener que decirlo
Adiós
mensajero del infinito

Pedro Aznar