6 de noviembre de 2008

Fito Sabe Como Ser Un Tipo Encantador














Él apareció, así, de la nada. ¿Quién podría haber imaginado que aquel encuentro empezaría tan sorpresivamente? Esteban Monge, el telonero, hacía rato que había dejado el escenario y las luces continuaban encendidas a toda máquina y más de uno miraba para otro lado.

Y de repente: ¡Fito estaba ahí! Todito vestido de traje entero, corbata y zapatos bien lustrados. Nadie lo anunció, no hubo apagón que diera la alerta de que se acercaba; simplemente, él salió por un costado saludando con su mano derecha bien alzada. En otras palabras: él hizo, como lo prometió, lo que le dio su bendita gana.

La suya, así de natural y con la sorpresa como aliada, ha sido una de las mejores entradas en la temporada anual de conciertos. Dejarse ver de repente fue como encontrarse a alguien muy querido por casualidad en cualquier calle; y así, con un acto mínimo, como minimalista fue su concierto, el flaco genial del rock argentino demostraba que la belleza radica en lo sutil.

Ché, no te vi venir. Cuando Fito se dejó ver, la Torre Geko –en el centro comercial Real Cariari– parecía que iba a reventar por la fuerza de un grito abrazador que al unísono armaron más de 3.000 personas que llenaron aquel espacio, más parqueo que salón, plaza, teatro o cualquier otra cosa.

Antes de que Fito saliera parecía recurrente en las cabezas la idea de que aquel parqueo no era lugar digno para un talento de tal tamaño, un piano finísimo de tres cuartos de cola, un repertorio de más de 20 años de carrera, un hombre de decenas de premios; un cineasta, un guionista, un amigo de otras muy grandes voces de habla hispana y un disco como Rodolfo .

¿Cómo calza en ese sitio un disco elegante donde las manos de Fito se divierten hasta con los grandes maestros de la música clásica, que él también ha bebido?

No obstante, la cita fue tan íntima, como él dijo que sería, que el lugar en algún momento pasó a ser lo de menos. “La próxima vez nos veremos en un teatro. Esta noche vamos a pasárnosla bien ”, dijo Fito.

Fito se sentó al piano entre gritos de amor desenfrenado de hombres y mujeres, porque si algo tiene el rock es que no es machista y los varones declaran su amor a todo pulmón a un artista.

Apenas coronado y escoltado por luces directas y muy discretas, él abría de forma instrumental con Waltz for Marguie la cita que Costa Rica había esperado por seis años.

A punta de pasar sus dedos por las teclas blancas y negras, el músico iba domando aquella masa que ardía tanto por verlo que no quería obedecer la directriz de estar sentados.

Como el flautista de Hammelin, pero con el piano en las manos, Fito fue con música ordenando al gentío que no paró de aplaudirle cada nota, cada gesto, cada mano suya levantada para saludar y que no paró de cantar, al pie de la letra, todo lo que se podía del Rodolfo .

La edad es ficción. Si aquel concierto hubiera sido una prueba de esfuerzo, un examen para encontrar al fan más aplicado, Costa Rica la habría ganado con la nota más alta para calificar, ya que desde Si es amor, el segundo tema por Fito cantado, hasta El cuarto de al lado , de las últimas canciones del Rodolfo que interpretó , el público se las sabía todas.

Cuando pasa tanto tiempo para que dos se encuentren, mucha agua corre bajo el puente. Y aquel concierto le mostró a los viejos seguidores que hay cosecha más allá de ellos. Si algo sorprendió en el concierto de Fito y de Rodolfo fue la marea de jóvenes que tienen menos edad que la carrera misma del Flaco.

Chicos de 18, 19 y 20 años cantaban lo mismo Un vestido y un amor , canción de hace 12 años atrás, que Sofi fue una nena de papá , la quinta ejecución de Fito tras haber hecho She’s Mine y Eso que llevas ahí –que fue cantada por el público con tal fuerza que parecían desgarrarse la garganta, con tal sentimiento que parecía que todos tuvieron una pena de amor.

Como desde hace muchos años y muchos discos, Fito Páez dejó de ser solo un argentino para ser un ciudadano del mundo, su cita no tuvo fronteras ni banderas. Desde Nicaragua, un grupo de 20 jóvenes viajó a Costa Rica solo para verlo así de cerca y en vivo. Jóvenes como Daniela Mora, de 21 años, y amigos se aventuraron a salir de su Nicaragua por el Flaco .

O sea, banderas, fronteras y edad son un límite de ficción cuando el amor es grande y el gusto es el mismo; cuántos años se ha vivido es una cosa relativa.

Tan minimalista es Fito con su Rodolfo que no hubo más que un invitado, y de forma breve: su amigo Coqui De Bernardi que, en la guitarra eléctrica, fue convocado para hacer el tema Sucio Boulevard .

Muy de sombrero, chaqueta roja y pantalón a lo glam –ajustado– quien cantó fue De Benardi y quien lo acompañó como si estuviera a su servicio fue Fito.

El Flaco, Fito porque a Bernardi tampoco es que le sobra la carne, movía su espalda en un zigzag sutil mientras pasaba las manos por un piano negro como la noche y lustroso como debe estar cualquier lindo piano de cola.

Queridos “viejos”. Si el público hizo bien su parte, aprenderse, corear y atesorar a Rodolfo , Fito tenía que hacer la suya: reinterpretar al piano los queridos “viejos” temas.

Y como bien cantó Fito en Eso que llevas ahí : “lo importante no es llegar, lo importante es el camino”, en aquel encuentro, lo fuerte estuvo en eso mismo: en el recorrido. Tan generoso fue con su Rodolfo como otros discos (el Abre , el Euforia , el Ciudad de pobres corazones y más) que de ellos fue sacando muchas canciones y clásicos para que el público los coreara.

Así que lo mismo sonó Vas conmigo que El amor después del amor ligado a Dos días en la vida ( El amor después del amor , de 1992).

Aquellas dos canciones fueron la carta abierta para dejar de ser “políticamente” correctos, y muchos no pudieron más y tuvieron que ponerse de pie.

Fito tocaba, cantaba y se quedaba perdido mirando al público y, entre sonrisa y sonrisa, iba dejando libre el micrófono para que el cantor fuera entonces la masa.

Y a grado de sana y amorosa locura llegó el recital cuando Fito se mandó con si estas entre volver no volver / si ya metiste demasiado en tu nariz/si estas como cegado de poder / tirate un cable a tierra . Sí, Cable a tierra ... Todo un clásico cantado tantas veces por tantos músicos ticos estaba sonando ahí de la boca y las manos del mismo Fito.

Más eufórico y más cantor aún se puso el lugar cuando apareció Dale alegría a mi corazón , La rueda mágica –con aquellas añoranzas del Liverpool Bar y una canción de Los Rolling Stones–.

Para 11 y 6 , el coro masivo se hacía más fuerte y Fito debía parar para no escucharse él y escuchar él a los demás. Tan emotivo fue aquello que Fito dejó el piano y se acercó a la orilla del escenario para, con los brazos abiertos, escuchar cantar a toda su gente.

Y en Tumbas de la gloria , la reacción no fue distinta. “Si esto no es tango, ¿Dónde está el tango? digo yo”, afirmó Fito al terminar el tema y seguir bañado de aplausos.

Vino un momento de reposo con Nocturno en Sol + , tema a puro piano del Rodolfo , pero el silencio acabó con Un vestido y un amor que fue tan bien seguida por el público que Fito tuvo que levantarse, nuevamente, y esta vez hacer de director de orquesta y guiar con sus manos, cual batutas, a aquella masa.

Polaroid y Al lado del camino causaron tanta locura que el mismo Fito hizo con su brazo una señal de que la gente se pusiera de pie. ¡Y obedecieron! Camisetas haciendo círculos y gente saltando dominó el sitio.

Ciudad de pobres corazones fue el único tema en el que Fito tomó la guitarra eléctrica y con A rodar mi vida se despedía.

Por supuesto, no le dejaron irse sin dar algo más. Regresó para hacer algo enternecedor: Yo vengo a ofrecer mi corazón ... a cappella . Ahora iba de camiseta, un poco más desnudo estaba él; desprovisto de tantas ropas.

Con Brillante sobre el mic , Dar es dar y Mariposa technicolor

iba todo acabando mientras Fito improvisaba vuela, vuela mariposa / vuela, vuela sobre el mar / vuela, vuela mariposa / vuela sobre Costa Rica una vez más ...

FUENTE: http://nacion.com/viva/2008/noviembre/06/viva1764259.html
POR: Ana María Parra A. aparra@nacion.com

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Spinetta por Aznar

Hoy todas las guitarras están de luto
La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas
sólo puede pensar en la tuya,
tal vez porque el barro
tal vez porque este balcón donde te vi
casi por última vez
mira una nube de la forma y el color
de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos
Este balcón que se quedó esperando una charla
unas palabras o un abrazo
más
que yá no llegará
Luto también en las palabras
habituadas como estaban a que les pusieras
cascabeles
guirnaldas asonantes
o ruedas de tren apocalíptico
caleidoscópicos ojos de fertil papel
de tu prolífica pluma
que suma y resta sílabas
del metro patrón de las esferas
apenas solas
a solas penas
Adiós
que sea A-Dios
a sus brazos
a ese rincón de magia
que seguramente Él guardará
para los que se animan a jugar
con los bloques con los que ha construido el mundo
haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos
donde el corazón se muestra
y baila desafiando al vacio
Adiós
Mientras me duele el pecho
te imagino en viaje
por inmensidades más vastas que las del Capitán
pero a diferencia de él
sé que tendrás todos los tangos silbados al oído
y nunca faltará un mate
ni perfume a malvones
En todos nosotros se queda un pedacito tuyo
serás inspiración multiplicada por millares
a lo largo de los años
y lo ancho de las geografías
Cambiaste nuestras vidas
abriendole camino a la imaginación
cantándole salvaje o dulcemente
a los misterios que nos habitan
al misterio que somos
Adiós
No me resigno a tener que decirlo
Adiós
mensajero del infinito

Pedro Aznar