8 de octubre de 2008

Lengua & Chapa Populares


Andrés Calamaro ratificó el domingo por la noche su condición de figura popular del rock argentino al congregar en el Pepsi Music a más de 35 mil personas, una legión que disfrutó de una nueva muestra de calidad por parte del músico y su banda. Que Andrés Calamaro forma junto a Fito Páez y Gustavo Cerati, el triunvirato de los rockeros post 45 más talentosos del rock local no es novedad, pero a eso el ex Abuelo de la Nada le suma su condición de intocable que le otorgó el público.
Calamaro es hoy una de las figuras más taquilleras, ya que él solo puede convocar multitudes y si no brinda conciertos en River Plate es porque prefiere un poco más de privacidad y el clima que da un espacio algo más chico como el club Ciudad de Buenos Aires donde brilló el domingo.
Pero además, Calamaro justifica sus pergaminos a la hora de analizar su carrera y revisar con pinzas toda su discografía: como solista grabó algunos de los mejores discos de los 80 (Nadie sale vivo de aquí) y volvió a repetir esa marca en los 90 con Alta suciedad y Honestidad brutal.
Como integrante de una banda lo hizo en los 80 con Los Abuelos de la Nada y lo reiteró en los 90 con Los Rodríguez, números uno en Argentina y en España, país donde le dieron un salto de calidad al rock ibérico. Pero estas condecoraciones corren más por cuenta de la gente que de las discográficas y la crítica, y el domigno Calamaro ganó una nueva medalla.
Acompañado por una banda muy ajustada conformada por tres guitarristas (Julián Kanevsky, Diego García y Galo Avello), además del bajista Candy Caramelo, el baterista Niño Bruno y el tecladista Tito Dávila, Calamaro sólo incluyó lo que hizo en los 90, dejando de lado su pasado como Abuelo de la Nada.
El show comenzó con “El Salmón” y siguió con “Los chicos”, “Tuyo siempre” y “Mi gin tonic”. Luego, “A los ojos”, tema de Los Rodríguez, provocó un sismo en Núñez.
La banda que acompaña a Calamaro se vincula con sus gustos musicales. Por eso no sorprende que su sonido remita tanto a The Band –que acompañó a Bob Dylan en los 70– como a los Crazy Horse de Neil Young.
Para “Elvis está vivo”, la banda sonó tremendamente rockera y Candy Caramelo se hizo cargo de algunas estrofas, mientras que el fantasma de Crazy Horse sobrevoló el estadio cuando “El día de la mujer mundial” se desparramó por los aires. Luego Calamaro se tomó una licencia en el medio del show cuando interpretó los tangos “Jugando con fuego” y “Los mareados”, en un estilo que la ortodoxia del género no perdonaría.
“Estadio Azteca” volvió a emocionar a la gente y “Te quiero igual” terminó con la banda repitiendo el “todo va a estar bien” del clásico del reggae “No woman, no cry”. “Alta suciedad” sonó muy rockera y la frase “Bob Marley está vivo y se fuma un porro conmigo” le dio paso a una festejada versión de “Flaca”. Para el cierre quedaron “Sin documentos” y “Canal 69” (ambas de Los Rodríguez) que precedieron al estallido emotivo que se dio con “Paloma”, la canción a la que el público convirtió en clásico y colocó al final de los bises en los recitales de Calamaro desde hace cuatro años.
Un rato antes, en el escenario principal, Los Auténticos Decadentes volvieron a demostrar que son una máquina de fabricar hits y una banda festivalera por excelencia, haciendo bailar a todas las almas presentes con sus clásicos “Vení Raquel” y “El murguero”

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Spinetta por Aznar

Hoy todas las guitarras están de luto
La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas
sólo puede pensar en la tuya,
tal vez porque el barro
tal vez porque este balcón donde te vi
casi por última vez
mira una nube de la forma y el color
de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos
Este balcón que se quedó esperando una charla
unas palabras o un abrazo
más
que yá no llegará
Luto también en las palabras
habituadas como estaban a que les pusieras
cascabeles
guirnaldas asonantes
o ruedas de tren apocalíptico
caleidoscópicos ojos de fertil papel
de tu prolífica pluma
que suma y resta sílabas
del metro patrón de las esferas
apenas solas
a solas penas
Adiós
que sea A-Dios
a sus brazos
a ese rincón de magia
que seguramente Él guardará
para los que se animan a jugar
con los bloques con los que ha construido el mundo
haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos
donde el corazón se muestra
y baila desafiando al vacio
Adiós
Mientras me duele el pecho
te imagino en viaje
por inmensidades más vastas que las del Capitán
pero a diferencia de él
sé que tendrás todos los tangos silbados al oído
y nunca faltará un mate
ni perfume a malvones
En todos nosotros se queda un pedacito tuyo
serás inspiración multiplicada por millares
a lo largo de los años
y lo ancho de las geografías
Cambiaste nuestras vidas
abriendole camino a la imaginación
cantándole salvaje o dulcemente
a los misterios que nos habitan
al misterio que somos
Adiós
No me resigno a tener que decirlo
Adiós
mensajero del infinito

Pedro Aznar