25 de abril de 2011

Un año con toda la confianza

Sebastián Esposito 
LA NACION
Se entusiasma Fito Páez con su nuevo proyecto compartido con Leo Sujatovich, Canciones para aliens , pero antes de zambullirse por entero en él, quiere cerrar la etapa de Confiá . El sábado que viene, en el Club GEBA, y a un año exacto de su presentación en Rosario, se despedirá del disco con el que vivió días tan felices como esa presentación para la historia en la 9 de Julio, en los festejos por el Bicentenario argentino.
"Se termina un ciclo y es como el cierre de filmación de una película, que se hace con una fiesta -comenta Páez-. Llegamos hasta acá y ahora vamos a empezar otro proyecto. Después las canciones seguirán viviendo, incluso en los shows, pero es un grupo de músicos, técnicos y empresarios que estuvo trabajando en el ciclo y siempre me gusta cerrarlo con un show para el público y para ellos. La gira no siempre termina en Buenos Aires, pero sí esta vez."
Relajado, sonriente, feliz, en su casa luminosa, amplia y acogedora, Páez habla de música y de cine, dos disciplinas que lo apasionan y se aleja definitivamente del "Síndrome Bono", ese que afecta al artista opinólogo. "Aprendí a callarme la boca y a no hablar de cosas que no sé, pero es complejo el lugar de Bono. El es un cantante superior, después, el riesgo que corre una figura como él es caer en el lugar mesiánico, el trazo grueso, pero, por otro lado, pensás que siempre hay alguien así y está bueno que sea él, un artista sólido, con una obra luminosa. En un sentido, me acerco a él, pero es una decisión de cada uno. Yo me di cuenta de que abrí la boca de más y también hay que decirlo, en la época de El amor desp ués del amor y Circo Beat era la única figurita que había, y yo muy joven y muy inexperto no sabía lo que estaba haciendo. Después los años te ponen en tu lugar."
Mientras el fotógrafo se enamora de un ambiente que huele a estudio, con libros, discos y un afiche de Blow Up (Michelangelo Antonioni) que parece vigilar de cerca a un sofá tan rojo como la remera que el dueño de casa lleva puesta, Páez y Sujatovich zapan un rato en el living, piano de por medio. Se divierten, se entusiasman y el pianista deja la casa con una sonrisa parecida a la que Fito mantendrá durante toda la charla. La luz otoñal entra por la ventana, igual que el canto de unos pajaritos felices en una tarde en la que el barrio de Recoleta luce ajeno al caos citadino.
"Con Leo estamos armando un disco con música de otros autores que se va a llamar Canciones para aliens ", dispara la noticia Fito, y dejamos que se explaye. "Son las canciones que mandaríamos al espacio para que las escuchen allí. Vamos a ir desde Víctor Jara hasta Jacques Brel; desde Chico Buarque hasta Stevie Wonder o de Charly García a Serrat."
Y por qué no. Canciones clásicas que sobreviven a cualquier temporal y que coinciden en el ojo clínico de estos dos músicos. "El problema va a ser cómo hacer que el álbum suene a un álbum. Sería como encarar la dirección de arte en una película. Estamos cerca, en un mes empezamos a grabar."
-Pienso en Lágrimas negras, de Bebo y Cigala, claro que ese proyecto tenía un respaldo discográfico muy importante.
-Esto no, esto salió de una casualidad absoluta. Leo estaba produciendo un álbum de boleros para una ONG y llamó a varios colegas para que canten. A mí me tocó "Esta tarde vi llover", de Manzanero. Fui a su estudio, estuve una horita ahí y al mes me mandó la mezcla por MP3. Creo que yo estaba en México y quedé muy sorprendido por lo sencillo que había resultado todo. Lo llamé al toque, y le dije: «Leo, hagamos un álbum, agarremos todas las músicas del mundo que nos gusten». Se entusiasmó y nos pusimos a trabajar. Y salió así, del entusiasmo que nos dio a los dos y de empezar a ver que nos interesan las mismas cosas.
-¿Es sencillo dejar al autor de lado? Porque en los últimos cinco años sacaste cinco discos con temas propios.
-Y tengo dos álbumes terminados que no edité, ya mezclados y masterizados. Más allá de eso, me gusta reunirme con otros músicos, como lo hice con [Gerardo] Gandini, con Luis Alberto [Spinetta], incluso con [Joaquín] Sabina. Me gusta salir un poco de mi mirada y eso me da la posibilidad de estudiar a otros autores, ver más en fino cómo arma [Chico] Buarque el texto, que es una joya, porque cambió la historia de la música popular americana.
-¿De qué se tratan esos dos discos terminados?
-Uno es El sacrificio , que ya tiene varios años, son todas canciones malditas, y después Dream Marieta, que es un álbum de canciones más románticas. También tiene algunas versiones y es probable que saquemos algo de allí para Aliens .
Desde que debutó en cine como director con Vidas privadas (2001; primer largo, precedido por un mediometraje y luego sucedido por ¿De quién es el portaligas?, 2007), el Páez músico no pudo deshacerse nunca más del Páez cineasta. Es más, acaba de despuntar el vicio con el videoclip de "Las trémulas canciones", de Estelares, en el que actúa Vera, la hija menor de Luis A. Spinetta. "Tiene un rostro extraordinario y es muy buena actriz. Canta muy bien y sabe mucho de música", sostiene Fito.
-¿Hay un guión dando vueltas?
-Estoy con Novela , que es una película que tengo desde hace más de 20 años. Aggiorné el libro hace un tiempo, pero viste cómo es la vida: hijos, un disco nuevo, me entusiasmo con eso y, económicamente, no pudimos llegar en el primer planteo, así que ahora la volví a retocar.
-O sea que ya es un desafío personal. Debe ser más sencillo para vos grabar diez discos que hacer una sola película.
-Sí, por los costos y por el negocio. Tampoco estoy pensando en los cánones de lo que es el cine popular que hoy convoca a mucha gente. No es una queja ni mucho menos, lo que pasa es que cuando hacés un cine más personal tenés que inventar muchas maneras para tratar de financiarlo y realizarlo, y sobre todo si tiene escenas complejas, que esta película sí las tiene, cosa que no tenía tanto ni ¿De quién es el portaligas? ni Vidas privadas .
-Para los shows de Confiá rescataste material viejo que hacía tiempo que no tocabas. ¿Te reconciliaste con algunas canciones?
-Nunca me enojo con las músicas, al contrario, las quiero, lo que pasa que hay tanto material que voy jugando con eso, más cuando tengo una banda como la actual en la que todos son fans, todos quieren tocar canciones de distintas épocas y sus gustos también van definiendo la lista. A mí no me molesta tocar material viejo, al contrario, cuando tocamos con The Killer Burritos, tuvimos la posibilidad de hacer material eléctrico que no hacía desde hacía muchos años, como "Taquicardia", "Lejos en Berlín", "Narciso y Cuasimodo" y versiones más rockeras de temas como "Ambar violeta". La banda también te ofrece una forma específica y con los Burritos trabajamos más el material rockero que a lo mejor en una banda como ésta tenés que colarlo de otra forma. Esta agrupación [Diego Olivero y Juan Pablo Absatz, en teclados; Coki Debernardi, Carlos Vandera y Dizzy Espeche, en guitarras; Eloy Quintana, en bajo, y Gastón Baremberg, en batería] tiene la ventaja de que son todos músicos muy dúctiles, pueden tocar desde material jazzero hasta "Ciudad de pobres corazones", que es un riff neto en cuatro, y eso te da un abanico de formas que hay que aprovechar.
-Es un grupo de largo aliento. ¿Te tranquiliza tener una banda estable?
-Es hermoso tener un grupo con gente tan cálida, inteligente, grandes músicos y con tan buena leche. Son esas familias con las que te sentás a comer y termina el concierto y te vas de joda. No es una banda profesional, de eso cero.
-¿Qué te dejó la experiencia de los shows del Bicentenario?
-Lo que me pegó en ese momento y lo que todavía sigo rescatando es la gente en la calle, con alegría y celebrando de la forma en que se podía, y cómo se llegó a pensar una idea tan compleja como el Bicentenario de una Nación que todavía está en formación. Al ver que la gente estaba participando de algo que era de ellos, era inevitable pensar que en el 76 yo tenía 14 años y vivía en una Rosario triste, un país triste, donde no había calle. Era un lugar de otros, estaba prohibido estar ahí y eso que parece una idea chiquita no lo es. Es muy importante que la gente ejerza la posibilidad de disfrutar de su historia y su libertad de estar en la calle, por eso sonaba tan necio escuchar a algunos giles decir que la ciudad había quedado sucia. Después sigue haber tenido la suerte de estar allí, haber sido convocado y haber cumplido con un buen show [se ríe con fuerza], como el que hicimos en México también en esta última gira. Fue una de esas grandes noches, con todos los músicos muy inspirados y eso hizo también que la fiesta fuera bien pulenta .
El músico nunca sabe cuándo va a tener una gran noche y el periodismo siempre espera que sea en la presentación de un nuevo disco, cuando la atención de la prensa fija sus ojos sobre los artistas. "¡Claro! Pero la inspiración se puede dar a miles de kilómetros de Buenos Aires, incluso en baretos . Una noche termina el concierto en una metrópoli en algún lugar del mundo y después te vas con los músicos al bar del hotel y ahí se arma mejor que en el show. De todas maneras, el concierto es algo que nunca sentí como un hecho profesional, es un rito milenario donde va la gente a celebrar y la tarea de uno es hacer que eso suceda. Tu vanidad tiene que quedar en bambalinas, tenés que dar tu parte para que esa celebración ocurra. De todas maneras, también hay situaciones donde no siempre es amable todo lo que sucede en un concierto y si eso es de verdad también funciona, como provocación, como acto salvaje. No nos olvidemos del momento en que [Jimi] Hendrix quema una guitarra, es un momento muy importante para pensar el significado del artista sobre un escenario."
- En las crónicas de Confiá se habla de que están todos los Páez juntos. ¿A qué se debe la síntesis en esta etapa de tu trayectoria?
-Supongo que es poner en escena lo que hice en toda mi vida... Sí, he sido un hombre muy ecléctico formalmente y es inevitable que aparezca en un concierto. A veces me pregunto qué pensará un flaco que escucha "Un vestido y un amor" y, a 40 minutos de distancia, "Ciudad de pobres corazones" o "Brillante sobre el mic" y "Polaroid...", pero ésa es mi naturaleza. No peleo contra eso, al contrario, lo pongo en escena. Creo que es posiblemente algo que tenga para contar, de hecho una lista de temas define tu impronta. Vamos con "Yo vengo a ofrecer mi corazón" y con "Ciudad de pobres corazones", vamos con los dos porque mi vida son los dos.
PARA AGENDAR
Fito Páez: cierre de la gira de Confiá . Estadio: GEBA, sede J. Newbery, Dorrego 3600. El sábado, a las 21.30. Entradas desde $ 80. www.topshow.com.ar .

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Spinetta por Aznar

Hoy todas las guitarras están de luto
La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas
sólo puede pensar en la tuya,
tal vez porque el barro
tal vez porque este balcón donde te vi
casi por última vez
mira una nube de la forma y el color
de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos
Este balcón que se quedó esperando una charla
unas palabras o un abrazo
más
que yá no llegará
Luto también en las palabras
habituadas como estaban a que les pusieras
cascabeles
guirnaldas asonantes
o ruedas de tren apocalíptico
caleidoscópicos ojos de fertil papel
de tu prolífica pluma
que suma y resta sílabas
del metro patrón de las esferas
apenas solas
a solas penas
Adiós
que sea A-Dios
a sus brazos
a ese rincón de magia
que seguramente Él guardará
para los que se animan a jugar
con los bloques con los que ha construido el mundo
haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos
donde el corazón se muestra
y baila desafiando al vacio
Adiós
Mientras me duele el pecho
te imagino en viaje
por inmensidades más vastas que las del Capitán
pero a diferencia de él
sé que tendrás todos los tangos silbados al oído
y nunca faltará un mate
ni perfume a malvones
En todos nosotros se queda un pedacito tuyo
serás inspiración multiplicada por millares
a lo largo de los años
y lo ancho de las geografías
Cambiaste nuestras vidas
abriendole camino a la imaginación
cantándole salvaje o dulcemente
a los misterios que nos habitan
al misterio que somos
Adiós
No me resigno a tener que decirlo
Adiós
mensajero del infinito

Pedro Aznar