12 de diciembre de 2010

Charly y El Flaco están de estreno

El titulo es malo... el disco no.
Es 2 late 2 say I´m Zorry, babe . A su estilo, Charly García imprime su no arrepentimiento con letras que chorrean sobre una de las pinturas que parió durante los cuatro años de concepción de Kill Gil , y que hoy ilustran en formato de DVD los 11 temas del álbum más accidentado de su carrera.

Grabada en 2005, la primera versión fue dada de baja por el propio artista, que la emprendió de nuevo con el proyecto, al mismo tiempo que la presentación del material se frustraba a las piñas en la puerta de un local de San Telmo.

La segunda, en cambio, se desparramó por Internet antes de que estuviera terminada, y habilitó la compasiva explicación de que por la filtración su compañía había decidido no editarlo. Mientras tanto, García ardía en un infierno cada día menos confortable, Y enseguida, una noche en llamas en Mendoza, y un recorrido clínico con el campo de Palito Ortega como residencia temporaria, lo sacaron de circulación por casi un año.

Sin embargo, lejos de rendirse, o de arrepentirse, en pleno proceso de autorreconstrucción, el músico puso de nuevo manos a la obra (de arte), y cerró el capítulo con una reivindicación del “constant concept” que había nutrido su usina sonora mientras viajó en la cápsula Say No More.

En Kill Gil (Un disco que se ve) , García 2010 recupera la idea de la mesa de edición como un laboratorio. Allí, cada registro vocal o instrumental es un recurso a mano para sumarle intensidad a un conjunto de canciones que, sin transitar por altas complejidades armónicas o melódicas, está mucho más cerca de Casa vacía que de las más recientemente conocidas Deberías saber por qué y La medicina del amor .

Y se corre de la foto de tapa para dejar a la libre elección del usuario el diseño de la secuencia que guarda -en su contraste de íconos de la vida y la muerte- un inquietante lugar para el logo del brazalete que inventó a mediados de los ‘90.

Pero el músico va más allá. Y, en busca de una vuelta de tuerca estética -y, también, de una estrategia que justifique el lanzamiento-, agregó instrumentos y voces, volvió a mezclar el material y sumó al CD original un DVD que repite el listado de temas en Dolby Surround 5.1, en el que combinó su música con las imágenes de sus pinturas.

Bajo ese manto conceptual, en el marco de lo que el autor caracteriza como una mini ópera, conviven canciones cosecha siglo XXI, como No importa -un potente punto de partida-, Pastillas o Break It Up -uno de los tres temas en inglés, junto a In the City That Never Sleeps y Happy and Real -, y las viejas Telepáticamente y Transformación , link directo a Seru Giran ‘92. Todo en un recorrido visual que enriquece la experiencia de escuchar.

“Y cada vez que pedimos perdón, teniendo la razón, por descomposición, tratando de agradar, nos hacemos daño”, canta. Y uno puede pensar que esas guitarras, teclados, baterías programadas y voces que aparecen y desaparecen de manera arbitraria, como caprichosa, son una manera de romper con la comodidad de hacer lo que los demás esperan. Es que Kill Gil , en algún punto, recupera al Charly de manos pintadas y experimentaciones sonoras sin horario de cierre. Aunque esta vez, en plan controlado.

“Dicen que estoy loco, haga lo que haga”, advierte en Lennon , ni más ni menos que Watching the Wheels , pero según García. Entonces, rescata y defiende, con la complicidad de su ahora amigo Ortega, su Corazón (de hormigón) , que compuso cuando era niño. ¿Demasiado elemental? Sí. Pero nunca cumbia.

En todo caso, las texturas que se distinguen y confunden por detrás de esa línea melódica casi infantil adquieren una densidad que no muchos consiguen.

Además, por si hiciera falta, y aunque no sobre, hay material para compensar. “El Falcon verde que usabas pa’ pasear/Pasó de moda, no existe más/Con dos de ésos y un poco de spray/Hago limusinas para pasear por el centro”, dispara con la ironía intacta en Los fantasmas . En ese medio tempo de slow rock que, con contadas excepciones, García parece haber decidido como velocidad de crucero en su metrónomo, a partir de El aguante .

E invita: “Te doy este auricular, y un disco para mirar”. La entrada es el precio del combo, que incluye reproducciones de algunas de las pinturas en el libro de tapa. La salida, depende de cada uno.

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Spinetta por Aznar

Hoy todas las guitarras están de luto
La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas
sólo puede pensar en la tuya,
tal vez porque el barro
tal vez porque este balcón donde te vi
casi por última vez
mira una nube de la forma y el color
de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos
Este balcón que se quedó esperando una charla
unas palabras o un abrazo
más
que yá no llegará
Luto también en las palabras
habituadas como estaban a que les pusieras
cascabeles
guirnaldas asonantes
o ruedas de tren apocalíptico
caleidoscópicos ojos de fertil papel
de tu prolífica pluma
que suma y resta sílabas
del metro patrón de las esferas
apenas solas
a solas penas
Adiós
que sea A-Dios
a sus brazos
a ese rincón de magia
que seguramente Él guardará
para los que se animan a jugar
con los bloques con los que ha construido el mundo
haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos
donde el corazón se muestra
y baila desafiando al vacio
Adiós
Mientras me duele el pecho
te imagino en viaje
por inmensidades más vastas que las del Capitán
pero a diferencia de él
sé que tendrás todos los tangos silbados al oído
y nunca faltará un mate
ni perfume a malvones
En todos nosotros se queda un pedacito tuyo
serás inspiración multiplicada por millares
a lo largo de los años
y lo ancho de las geografías
Cambiaste nuestras vidas
abriendole camino a la imaginación
cantándole salvaje o dulcemente
a los misterios que nos habitan
al misterio que somos
Adiós
No me resigno a tener que decirlo
Adiós
mensajero del infinito

Pedro Aznar