31 de mayo de 2010

Fito Páez: "La Argentina es un misterio"


Días después, Fito Páez no sale de su asombro y no encuentra otra palabra que “extraordinario” para calificar lo vivido. “Lo sorprendente fue la clase de civilidad que dio la gente”, asegura en conversación con VOS, antes de su llegada a Córdoba para actuar el viernes en La Vieja Usina. “Que seis millones de personas, durante cinco días, muestren esa alegría y esa tranquilidad fue lo más conmovedor –continúa–. Como ciudadanos debemos sentirnos felices de haber protagonizado algo que no dejó indiferente a nadie. Entre el fuego cruzado de intereses sectoriales apareció de pronto la oportunidad de mostrar una realidad que nadie se animaba ni siquiera a imaginar, pero está ahí y es inapelable. Si se arma algo bien hecho, en donde se celebran valores importantes, la gente interpreta con alegría”.

–Alguna vez dijiste que la Argentina era una “máquina de matar”. ¿Cosas como las de las celebraciones del Bicentenario te reconcilian con el país?
–La Argentina es un misterio, uno cree conocerla pero siempre te sorprende. Los conflictos siguen estando y como muchos lugares del mundo este es un país forzado a la lucha, a la guerra continua. Pero hace unos días vimos a un pueblo que se comportó de una manera diferente, porque el país de hoy es diferente. No era la clase media que salió a tocar las cacerolas en 2001, ni la que se calló en 1976. El tiempo pasa y pone a los siniestros en su lugar, porque la vida se abre paso y sigue adelante.

Hizo su parte
–Muchos podrían mirar tu presencia en la 9 de Julio como una adhesión a Cristina.
–Yo fui a hacer mi parte. Me parecía importante poder cantar el Himno, mostrar mi banda y que la gente disfrute.

–¿Por qué creés que te eligieron para el cierre?
–Tal vez porque siempre fui un tipo cauto, que nunca le puso la firma a nadie y que habla a través de su obra. Una obra en el tiempo es la mejor firma. No hace falta estar de un lado ni de otro, sino aportar la buena leche que uno tenga para que en el barrio se viva mejor. No siento haber hecho un gesto político con esto. Era lo que correspondía hacer para responder a una designación que me privilegiaba y me honraba. Lo hubiese hecho con cualquier administración.

–¿Cualquiera?
–Bueno, por ejemplo para Hitler, no…

–¿Y para Macri?
– Lo importante es el público, más allá de quién organiza.

–Pero la coyuntura política es importante.
–Claro, y seguramente si en estas celebraciones se impusieron las ganas de participar es porque en el país hay una coyuntura política y social que anima a la gente, que le devuelve las ganas de creer. Cuando (el cardenal) Bergoglio en el Tedéum dice que la situación social es un desastre, dan ganas de decirle: mire monseñor, asome la cabeza, salga a la calle y no agite otros intereses ante una realidad que es inapelable: seis millones de personas en la calle y ningún incidente. Eso habla de que efectivamente hay un país que no es el que se proyecta en las pantallas y en los diarios.

Confiar no mata
La aparición de un disco apuntala el presente de Páez, que se apura a contar que buena parte del nuevo trabajo fue hecho en Córdoba, en La Cumbre. Confiá (Sony Music) se llama el álbum con 12 canciones nuevas. “Es un disco curioso –comenta–. Tenía ganas de hacer un álbum pero no tenía las canciones. Quería crear directamente, sin pasar por demos y maquetas. La única decisión previa fue elegir un lugar de concentración, que fue Cruz Chica. Allá fuimos con músicos, técnicos y asistentes, y las familias, que llegaron después. Nos concentró el frío, porque viste que cuando hay calor es un poco un quilombo, todos se quieren rajar a la playa… Allá estuvimos un mes encerrados mientras aparecían las canciones”.

–O sea que todo nacía mientras se hacía…
–Sí, con algunas hilachas que había llevado de acá, músicas de estos años que no estaban resueltas. Cada día presentaba a los músicos ideas sobre las que trabajábamos, y en 20 días tuvimos 17 músicas grabadas. De ahí nos fuimos con Mariano López –productor del disco– a Brasil, a terminar algunas letras…

–Ahí sí pintó la playita…
–Y, viste que el calor te balancea la densidad del encierro y el frío…

–¿Pudiste terminar las letras?
–Sí, y las grabé. Enseguida fuimos a Río de Janeiro a mezclar. Ahí convoqué a Monteiro Junior –arreglador de Paralamas do Sucesso– y a algunos metales para grabar algunas músicas. Rob Mounsey, el arreglador de Steely Dan en los ’80, que ya había trabajado en Abre, me mandó de New York dos temas: M&M y Confiá.

–¿Por qué quedó “Confiá” como nombre del disco?
–Porque el trabajo se trató de eso, de confiar en lo que uno tiene y es. Todo empezó de la nada y terminó en un disco. Fue un trabajo muy relajado, con los niños dando vueltas entre los cables, con tiempo para salir a andar a caballo alguna mañana, pero con rigor.

–¿Creés que se percibe ese estado de serenidad en el resultado final?
–Hay momentos de la vida que son así y está bueno hacerse cargo.

–¿Pero el rock tolera tanta plenitud o vende más el bajón?
–(Se ríe) No me preocupa lo que digan las personas sobre los géneros. La música es un lenguaje, después, las capillas que se armen ahí adentro padecerán sus propias cárceles. Me siento un hombre libre; pago mis cuentas, crío a mis hijos y siempre con la música hice lo que me interesó. Al que no le gusta que se joda.

–¿Entonces no te sentís parte de la “cultura rock” ni de ninguna de sus tribus?
–Jamás hablé del rock en esos términos. Yo mamé mucho rock, y hay cosas que me gustan y cosas que me aburren. Como seguramente mi música gusta a unos y aburre a otros. Dentro de la música caben muchas cosas y hay que saber tolerar. A la hora de tocar no me pregunto si estoy haciendo rock, o si le voy a gustar a uno u otro. ¿Qué idea tan mezquina y cortita es esa?

–Dentro de tres años llegás a los 50. ¿Sentís que los años han pasado?
–Por el lumbago, de tanto levantar a mis hijos, estar encorvado sobre el piano y tanto traca-traca, siento el paso del tiempo (risas). Pero cuando entro a la sala de ensayo, el entusiasmo es el de siempre. Hacer música para mí es como respirar, no me imagino de otra manera. Intento cuidarme para resistir físicamente, porque en un momento llega la vida y te pone en tu lugar. Y si no te enterás, te jodiste.

Decir y no decir
–¿La polémica con Arjona fue un reflejo juvenil?
–¡Uf! Yo no hablé de Arjona. Hablé de Buenos Aires. Si Buenos Aires tiene 35 Luna Park para Arjona y dos para Charly está en dificultades. ¿Qué pasa en la ciudad de Manzi, de Piazzolla, de Charly? La historia de la ciudad me autoriza a cuestionar esto y cayó este muchacho en la volteada, pero no tengo nada contra él. Los medios lo dispararon y el pibe se la tomó mal.

–En realidad hablabas de la cultura de Buenos Aires…
–Sí, fue más eso. Basta ver lo que fue el otro día el tilinguerío de la reapertura del Colón: la farandulización de la cultura. Eso pienso como habitante de esta ciudad, y soy dueño de mis palabras y mis ideas.

–¿Cómo te tomó lo que le pasó a Cerati?
–Hasta ahora no quise decir nada sobre el tema porque ves que ya le están haciendo homenajes y algún circo alrededor de eso. Yo, como todos los colegas, voy a estar cerca de él para ayudarlo y seguir tocando. Porque Gustavo se va a reponer. (La Voz del Interior)

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Spinetta por Aznar

Hoy todas las guitarras están de luto
La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas
sólo puede pensar en la tuya,
tal vez porque el barro
tal vez porque este balcón donde te vi
casi por última vez
mira una nube de la forma y el color
de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos
Este balcón que se quedó esperando una charla
unas palabras o un abrazo
más
que yá no llegará
Luto también en las palabras
habituadas como estaban a que les pusieras
cascabeles
guirnaldas asonantes
o ruedas de tren apocalíptico
caleidoscópicos ojos de fertil papel
de tu prolífica pluma
que suma y resta sílabas
del metro patrón de las esferas
apenas solas
a solas penas
Adiós
que sea A-Dios
a sus brazos
a ese rincón de magia
que seguramente Él guardará
para los que se animan a jugar
con los bloques con los que ha construido el mundo
haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos
donde el corazón se muestra
y baila desafiando al vacio
Adiós
Mientras me duele el pecho
te imagino en viaje
por inmensidades más vastas que las del Capitán
pero a diferencia de él
sé que tendrás todos los tangos silbados al oído
y nunca faltará un mate
ni perfume a malvones
En todos nosotros se queda un pedacito tuyo
serás inspiración multiplicada por millares
a lo largo de los años
y lo ancho de las geografías
Cambiaste nuestras vidas
abriendole camino a la imaginación
cantándole salvaje o dulcemente
a los misterios que nos habitan
al misterio que somos
Adiós
No me resigno a tener que decirlo
Adiós
mensajero del infinito

Pedro Aznar