7 de junio de 2009

Paez En Rosario

El recital frente al Scalabrini Ortiz fue una verdadera fiesta, en la que el músico fortaleció el lazo con su ciudad y su público. Un repaso por los mejores temas de una carrera prolífica en la que si hubo algo que no faltó fueron clímax.


Quizás fue “Polaroid de locura ordinaria”, cantada a degüello por las miles de personas que coparon el salón Metropolitano. Tal vez el segmento en el que sólo al piano se despachó con temas como “El amor después del amor”, “Thelma y Louise” y “Tumbas de la gloria”. O cuando se paró, enfrentó al público y dirigió el coro gigante en ese verdadero himno: “Y dale, alegría, alegría a mi corazón”. O el silencio reverencial con el que se escuchó “Del 63”. O “La vida es una moneda”, en la que él, que es herededero de Charly, Spinetta y Nebbia, cantó con sus propios “hijos”, Coqui, Bandera, Gonzalo Aloras.

Sí, el recital de Fito Páez en Rosario tuvo todos los clímax. Fue uno tras otro, sin descanso. Del ritmo furioso de “Taquicardia”, a la armoniosa suavidad de una versión inolvidable de “Normal 1”, en un espléndido juego de voces con Bandera y Aloras.

De los diez dedos largos y flacos que endulzaban los oídos desde el piano, hasta la verdadera aplanadora del rock en que se convirtió la banda que lo acompañó, The killer burritos, con el capitán Coqui como fiel ladero a la derecha de Fito, en "Ciudad de pobres corazones".

Fue una fiesta de los sentidos la que se vivió en la noche fría frente al Scalabrini Ortiz. Que hizo más fuerte la conexión que Fito tiene con Rosario y su público. Por momentos hasta pareció un recital 2.0, con la gente cantando los temas de punta a punta y el artista simplemente moviendola batuta.

Fito deleitó con cerca de 30 de las mejores canciones de su carrera, con su calidad de pianista, con su pasión y profesionalismo de artista. Y por algo más de dos horas la vida fue un lecho de cristal para los dos: él y su público.

FUENTE: http://www.rosario3.com/ocio/noticias.aspx?idNot=51508

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Spinetta por Aznar

Hoy todas las guitarras están de luto
La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas
sólo puede pensar en la tuya,
tal vez porque el barro
tal vez porque este balcón donde te vi
casi por última vez
mira una nube de la forma y el color
de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos
Este balcón que se quedó esperando una charla
unas palabras o un abrazo
más
que yá no llegará
Luto también en las palabras
habituadas como estaban a que les pusieras
cascabeles
guirnaldas asonantes
o ruedas de tren apocalíptico
caleidoscópicos ojos de fertil papel
de tu prolífica pluma
que suma y resta sílabas
del metro patrón de las esferas
apenas solas
a solas penas
Adiós
que sea A-Dios
a sus brazos
a ese rincón de magia
que seguramente Él guardará
para los que se animan a jugar
con los bloques con los que ha construido el mundo
haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos
donde el corazón se muestra
y baila desafiando al vacio
Adiós
Mientras me duele el pecho
te imagino en viaje
por inmensidades más vastas que las del Capitán
pero a diferencia de él
sé que tendrás todos los tangos silbados al oído
y nunca faltará un mate
ni perfume a malvones
En todos nosotros se queda un pedacito tuyo
serás inspiración multiplicada por millares
a lo largo de los años
y lo ancho de las geografías
Cambiaste nuestras vidas
abriendole camino a la imaginación
cantándole salvaje o dulcemente
a los misterios que nos habitan
al misterio que somos
Adiós
No me resigno a tener que decirlo
Adiós
mensajero del infinito

Pedro Aznar