Hace demasiado tiempo, durante los primeros, arrasadores años de su carrera, Fito Páez encaró con decisión la posibilidad de copar mercados, aunque sea a una escala humana: grabó una versión de Circo beat para Brasil, cantó con Caetano Veloso, intentó una y otra vez con España... y así. No le fue mal en términos de prestigio (aún hoy, cuando se pregunta en La Habana, Rio o Madrid sobre "la nueva música argentina" todos encabezan con un anacrónico "Fito Páez") pero por diversos motivos no logró imponerse en términos masivos.
Ya maduro, y con una obra que el sedimento que dan los años transformaron en clásica, va por una segunda vuelta: tocó en Madrid, tocó en Brasil y tocó en Miami con vistas a diferentes lanzamientos de discos y DVDs. Ahora lo que sale es la grabación del concierto de abril en España en tres formatos: CD, DVD y CD + DVD. Lo que quedó es una antología muy apretada de 25 años de canciones, con Páez al piano y un elenco de invitados entre los que destacan Joaquín Sabina (cantan a dúo Contigo), Pablo Milanés (gran interpretación de Yo vengo a ofrecer mi corazón) y Ariel Rot (y el tangazo Giros).
En los últimos años, y a diferencia de otros proyectos autocelebratorios de otros artistas, Páez combinó discos de covers con una buena cantidad de canciones nuevas y mucho show en lugares chicos. Su productividad -esa hiperkinesis renacentista- y el indisimulable placer que le provoca el vivo chocan de algún modo con los ritmos del mercado. En ese sentido este No sé si es Baires o Madrid es más que una maniobra oportunista para posicionarse en ambas orillas.
Solo al piano, larga con 11 y 6 y Tumbas de la gloria (dos de sus mejores canciones); una intrascendente La rueda mágica se escucha con el aporte de Pereza; El amor después del amor se funde con Dos días en la vida y una base rumbera; la cantaora Gala Evora se luce en Un vestido y un amor y el grupo Marlango que lidera Leonor Watling hace Pétalo de sal.
Alguna vez Tweety González dijo que el problema de Fito en el exterior es su voz, ese timbre que parecería sólo se puede escuchar con afecto y desde la Argentina; también, claro, están los motivos económicos... Fuera lo que fuere lo que a esta altura Páez tiene para ofrecer no es su corazón: son canciones perdurables, aquí y allá, cante como se las cante.
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