De nuestra Redacción
garrascaeta@lavozdelinterior.com.ar
Antes que nada, o mejor dicho después de abrazar la ovación de bienvenida, Spinetta, Luis Alberto Spinetta, presentó a sus músicos y se asumió como el conductor de la formación. E inmediatamente agregó que es un conductor a conciencia, que si chupa, no maneja. Así, enlazó su rol artístico con la campaña que lo desvela, que busca por todos los medios que los argentinos tengan cultura vial y valoren el placer de estar vivos.
Imposible medir la eficacia del recurso, pero nunca está de más un consejo expresado desde lo más profundo del ser.
Claro que para buscar reacciones trascendentales y sembrar algo, Spinetta tiene a su obra como credencial de acceso.
Con la formación con la que trabaja últimamente (la bajista Nerina Nicotra, el baterista Sergio Verdinelli, y el tecladista Claudio Cardone), Spinetta actuó el domingo en el Teatro del Libertador para confirmar la insularidad de su arte, donde prevalece la imperiosa necesidad de una plena transformación espiritual por sobre la mundano mandamiento de entretener.
En este caso, la pretensión fue presentar su disco Un mañana, una obra a la que le sienta de maravillas este grupo de acompañamiento de jazz rock reposado que, si bien es un relojito, parece haberse estacionado, estandarizado. Las eventuales participaciones del guitarrista Baltazar Comotto (uno de los violeros estrella invitados a Un mañana; el mismo que respeta los solos de Skay en los directos del Indio Solari) certificaron la aseveración. Comotto inyectó la performance y le ofreció otros bríos.
No para minorías. Un mañana se revisó en el promedio de un concierto en el que no hubo lugar para que los que se jactan de “spinettólogos” digan “ahh, este es…”. Sucede que Luis antecedió cada canción con el blanqueo de su título, acaso asumiéndose como un artista ya no reservado para minorías cultas y “avivadas” sólo por tener acceso a su información. Bien que hizo.
De Un mañana se interpretó un alto porcentaje. Se oyeron La mendiga (tiene el giro tanguero “silba y yira, alguien en Balvanera”), No quiere decir (con cierta reivindicación de la derrota), Tu vuelo al fin (con un crescendo rockero avalado por Comotto), Despierta en la brisa (con motivo principal guiado por una acústica), el epiléptico Preso ventanilla. También pasaron la elaborada suite Canción de amor para Olga y el remanso de Para soñar. Renglón aparte para Mi elemento, que fue presentada con un Spinetta poniendo énfasis en la palabra “quintaesencia”, como queriendo comunicar que ella lo resume todo en su vida. Y para colmo, la letra dice “tan sólo estando así contigo, veo mi elemento”. Tras esta interpretación, sólo queda pensar que fue sacado de contexto el Spinetta que exigió meter bala al ser consultado por la pena de muerte.
Con la vista al frente. Para algunos pareció excesivo este regodeo de Luis por el tramo final de su obra (en rigor, lo excesivo fue el solo de Claudio Cardone), pero la presentación de un disco debería ser lo que fue el show del domingo: la reivindicación de mirar hacia adelante desde el presente por sobre el gesto pueril de anclarse en los grandes éxitos. ¿Cuál fue el complemento? Dos temas del Jade más acorde al pulso del grupo actual, que es el de Los niños que escriben en el cielo. El show abrió con Un viento celeste y se fue acercando al final con La herida de París, ambos temas de esa obra suprema del jazz canción. También se tocaron dos temas de La La La (del disco que Luis compartió con Fito Páez se aireó Todos estos años de gente y Asilo en tu corazón) y otros tantos del Pan, el ayer de Un mañana (Proserpina y Cabecita calesita). Aun cuando su cancionero es inconmensurable y bello, Spinetta suele interpretar obras de terceros. En este caso, afrontó La guitarra, el poema de Yupanqui musicalizado por León Gieco. El nombre de Gieco reapareció en una colaboración con “el Flaco” llamada 8 de octubre. La canción, con letra de León y música de Luis, alude al día en que fallecieron nueve alumnos de 15 años y una profesora del colegio Ecos, al ser atropellados por camioneros alcoholizados.
Y hubo más: un cierre estimulante con No te alejes tanto de mí y Rutas argentinas; y un espeluznante pasaje de teclados y vos para recrear de A Starosta, el idiota. Demasiada buena música para la perpetua veda de buena música de hoy, en la que la gripe no tiene nada que ver. Y que siga la melodía.
Nuevo show
Como las entradas para el concierto del domingo se agotaron, se agregó una segunda función para el lunes próximo, 3 de agosto. Será a las 21.30 en el Teatro del Libertador. Las entradas están en venta en la boletería del teatro, Vélez Sársfield 365
FUENTE: http://www.lavoz.com.ar/09/07/21/secciones/espectaculos/nota.asp?nota_id=535663
No hay comentarios.:
Publicar un comentario