Calificación: Buena - Disco virtual de Andrés Calamaro.
Temas: Up In The Morning, Bajan, New Jimi Doesn´t Surf, Mejor no hablar, Jamming With Myself, Los mareados, Jugar con fuego, Una noche sin ti, I Can´t Help Falling In Love, Pato trabaja en una carnicería, Días distintos y slave driver.
Producción: Andrés Calamaro.
Precio sugerido: Gratis, se puede descargar desde aquí: http://rapidshare.com/files/191215696/andr_s_calamaro-nada_se_pierdeC.zip
Andrés Calamaro siempre tuvo en claro que el exceso de productividad puede aprovecharse como un talento más, en vez de padecerse como una falta de contención.

Así lo reflejan los dos volúmenes de grabaciones encontradas de su carrera temprana, la edición triple de Alta suciedad que incluía Lados B y rarezas y, lo más importante, los inéditos que pueden bajarse hace tiempo de su sitio www.deepcamboya.com.ar, donde Andrés tomó por primera vez la decisión de sumar versiones encontradas y material virtual.
Esta última marca de la casa del músico furtivo es la que revive nuevamente en el “disco” Nada se pierde, disponible como descarga gratuita en el sitio www.efeeme.com, a propósito de los 10 años que cumple la revista digital. Un disco sin bordes, sin hueco redondo al medio, sin caja que lo cubra. Sólo una imagen en pantalla y una lista de temas para bajar, nada más.
Allí, la transgresión del “Salmón” vuelve a ser profunda. Rompe con el disco físico, promueve la gratuidad a manera de ofrenda heroica (y amistosa) y pone en manos de su público todo lo que se le ocurre, más como un juego y un homenaje a la música universal que como un capricho de rock star.
Así, en Nada se pierde hay espacio (virtual) para tangos low fi, covers de Sumo y Spinetta, reversiones de temas propios y ajenos, en vivo, inéditos, y un largo etcétera, tan largo como el río por el que el “Salmón” se anima a transitar.
Radiohead también sacó un disco virtual hace poco, arrogándose el carácter de primer banda en atacar la solidez de un CD. Pero Calamaro lo hizo así nomás, varias veces, sin tanto ruido, como quien le regala algo a un amigo.
“Raíces, 30 años”
Calificación: Muy Buena - Disco de Raíces.
Temas: Esto es candombe, Llegó el tambor, El otro cambio, los que se fueron, Somos todos candomberos, El loco, Mancada en La Pampa, Hay un funk en la oreja del Obelisco, Mi abuelo Jacinto, De las dos orillas, Destilando aceite, Canecandombe, Belmiro y Flor de Acero.
Producción: Beto Satragni.
Sello: Melopea.
Precio sugerido: $ 35.
Vanguardismo de verdad.

Lo que se toca. Y para acrecentar esa condición de titán magnánimo, Andrés Calamaro también se manifiesta por estos días en el mercado “tangible”. Y no lo hace con la expectativa de generar impacto de venta.
Sin demasiado ruido promocional, se recluyó a fines de 2008 en los estudios de Melopea para conmemorar el 30º aniversario de la publicación del primer disco de Raíces (B.O.V. Dombe, 1978), el grupo de fusión en el que empezó a manifestarse como músico profesional.
No se le caen los anillos a uno de los máximos vendedores de la industria al situarse como uno más en sesiones de primeras tomas. En ellas, lo importante fue recuperar el pulso de canciones pertenecientes a una obra tendiente a unir las dos orillas del Río de la Plata, algo que hoy parece muy frecuente pero que no lo era allá por los últimos años de 1970. El bajista uruguayo Beto Satragni lo hizo, y ahora sigue con la misma convicción a instancias de Litto Nebbia, que también generó las condiciones para que se publique el documento de esta asociación libre y espontánea: Raíces, 30 años.
Andrés contribuye como vocalista, tecladista y compositor, en todos los casos huyéndole a la tentación de personalizar el resultado general, en el que se impone un candombe jazz fresco, vivaz y sin demasiado filtro.
Calamaro no sólo emparda su ego con el resto (además de Satragni, el percusionista Jimmy Dos Santos, los bateristas Raúl Campana y Juan “Negro” Tordó, y el guitarrista Alberto Bengolea) sino que en el booklet no le alcanzan las palabras para describir el mágico momento vivido en estudios.
Y además de “la ética y el código moral” de Satragni, en ese texto reivindica al técnico de grabación de Melopea: Mario Sobrino. El reconocimiento es oportuno, porque la frescura nunca se vuelve dispersión y la mezcla sabe qué clima jerarquizar.
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