Sobrio y contundente el escenario, el piano recostado sobre la izquierda, luces correctas. Esa fue la primera impresión mientras el telón se corría al compás de Waltz for Maggie.
“¡¡Hola Mendoza!!” agitó con sonrisa afable…y Mendoza respondió con ovaciones.
Siguieron rodando como gemas las canciones de Rodolfo…Excepcional interpretación de El cuarto de al lado, mientras la canción rodaba un fondo negro iba reproduciendo la letra como si fuese un manuscrito en tanto en la parte inferior se iban sucediendo las pulsaciones… nada mas preciso.
Llegó la hora de Coki y una interpretación visceral y punzante de El enano maldito, luego los clásicos de siempre en donde los corazones apretados de emoción se hicieron uno al escuchar la frescura a rabiar de Dos días en la vida, la nostalgia de Un vestido y un amor, la furia de Ciudad de pobres corazones… Un Páez sublime, desbordado de carisma y arte fundido en una candente reciprocidad.
Imposible no destacar el gesto de Fito al tocar Todas las tardes de sol a pedido de un fan. Una versión descollante, sin duda uno de los puntos más altos de la noche que deshizo en ovaciones al Bustelo.
El final fue una fiesta… volaron las sillas y Mendoza revoleó sus trapos al ritmo de A rodar mi vida, Mariposa tecknicolor, Dar es dar, She is mine y otros clásicos más. Páez de pie con una sonrisa gigante junto a Coki reverenció a su público y éste ratificó una vez más su profunda admiración hacia el rosarino.
Noche perfecta la del jueves. Poco a poco se fue descongestionando las inmediaciones del auditorio Ángel Bustelo. Al día siguiente había que ir a trabajar, a estudiar, a seguir la rutina, pero los que estuvieron junto a Fito lo hicieron con una sonrisa plena.
Gracias Fito por seguir dándole alegría al corazón…nada más noble en los tiempos de hoy.
POR FLORENCIA
¡GRACIAS MENDOZA!
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