
Casi siete años después de su último paso por Buenos Aires, -vino hace unos meses, en plan familiar-, Andy Chango está de nuevo en la ciudad, con intenciones de presentar su nuevo material.
Claro que el recuerdo de aquella visita, que incluyó un raid por programas de televisión de pésimo gusto, hablando de su relación con las drogas, sigue siendo una marca a fuego. "Cada vez que quiero hablar de Boris Vian, el trabajo que vengo a mostrar, me preguntan sobre el tema", dice, con un fastidio que recicla en mecanismos alternativos. "Cuando me señalan como alguien provocativo, aprovecho y digo que Vian también lo era, y filtro algo de lo que quiero contar".
Y Chango quiere contar que después de cinco años sin ideas -un suicidio artístico y económico en el que apeló a recursos de supervivencia, algunos confesables y otros no tanto-, se metió de cabeza en la obra del escritor, músico, inventor, ingeniero y muchas otras cosas más, y salió de allí con 12 temas de alto vuelo, con una buena dosificación de músicas varias, poesía y club nocturno.
¿Cómo seleccionaste el material?
Fui muy metódico. Me propuse conocer a fondo a Vian. Así que me pasé un año bien bonito, leyendo todo lo que había de y sobre él en Madrid. Y dediqué mucho tiempo a pensar cuáles de sus 300 canciones podía cantar yo. Hubo filtros de todo tipo.
Y una apertura a otras músicas.
Era una manera de reflejar el espíritu de quien en sólo 39 años de vida fue desde ingeniero hasta rey de la noche parisina. Hay géneros, como el blues, la milonga, el poema recitado, que jamás había cultivado. Sin embargo, el humor y la amplitud de Vian me abrieron una puerta que quedará abierta para siempre.
¿El rock y el pop pasaron a segundo plano?
No. El rock me parece fenomenal, pero es una repetición permanente. De acordes, letras y actitud. Ahora lo que me interesa es la diferencia. La gente que se inventa algo propio. Con Boris Vian me puse a estudiar piano y otras cosas, para componer manteniendo la misma formación jazzera de ahora.
¿Es difícil?
Es un trabajo, porque estoy acostumbrado al rock, a tomarme unas copas, fumar algo, poner un ritmito de batería y cantar lo que se me ocurra. Elaborar más las cosas exige estudiar, investigar, conocer otros mundos.
En estos años tuviste una hija, que tiene seis años, te metiste en el mundo del jazz... ¿También cambió tu relación con las drogas?
Sí. Pero no tiene tanto que ver con la paternidad, sino con el paso del tiempo. Yo las cosas que hago las hago para pasarla bien. Y en la medida que el cuerpo ya no lo resiste tanto, dejás de hacerlo para poder despertarte de buen humor todos los días. Ultimamente me aburre horrores hablar de las drogas. Pero, ahí están, para tomarlas. Y no creo que haya que darle demasiadas vueltas al tema. Es medio absurdo estar a favor o en contra de cualquier cosa. Hay que estar a favor de todo.
FUENTE: http://www.clarin.com/diario/2009/05/22/espectaculos/c-00802.htm
No hay comentarios.:
Publicar un comentario