
Por Adriana Franco
De la Redacción de LA NACION
En los afiches, por las calles, un Fito eléctrico se multiplica para anunciar el show que dará, en el Luna Park, el 29 de mayo, acompañado por The Killer Burritos, el grupo rosarino que lidera su colega y amigo Coki Debernardi.
El Fito real, mientras tanto, anda en estos días por México, camino a España donde se presentará en varias ciudades (Madrid, Murcia, Cádiz, Bilbao, Barcelona, y otras), además de una fecha en Londres, en su versión piano solo (esa de la presentación de Rodolfo en el Opera y de la preciosa e íntima serie de conciertos en La Trastienda).
Esta dicotomía, este yin yang, parece marcar estos tiempos del artista rosarino. Y algo sobre el tiempo ?el tiempo que pasa, el tiempo en que vivimos, y cómo lo vivimos, los signos de estos tiempos? es lo que quedó flotando en el aire, o en la mente de esta cronista, al salir de la casa del músico, unos días atrás, justo antes de que partiera nuevamente a las rutas.
Es que Páez parece manejar distintos tiempos a la vez, circular por distintos estados. Está el tiempo del frenesí y la euforia creativa; el tiempo gitano de aeropuertos, hoteles y conciertos; el tiempo para los hijos, y el tiempo para los amigos, la música y el disfrute. Y casi nunca son compartimientos estancos. Los tiempos siempre están cambiando. E interactuando. Cuenta, por ejemplo ?haciendo un alto en su "tiempo de escritura", del que más adelante hablará- que así como ahora irá del piano a la electricidad, así anduvo también por su casa, mientras preparaba dos discos a la vez. "Allá -dice señalando un cuarto- mezclaba el disco que va a salir en España; al rato me venía para acá -y señala, en el más allá del living y los sillones, la zona musical-sala de ensayo, con piano y teclados- y demeaba los temas nuevos. De un lado era un laboratorio de acordes, del otro, la sencillez total."
En el primer disco, el "español", incluirá temas que tenía de aquellos "laboratorios" en Circo Beat de hace ya varios años, esos ensayos con público que fueron de alguna forma la génesis de Rodolfo , su trabajo a piano solo. Allí, muestra y hace escuchar, conviven "Retrato em branco e preto", de Buarque y Jobim con arreglos de Gerardo Gandini; el Dylan de "Ring Them Bells"; "Ne me quitte pas", de Jacques Brel, y "La casita de mis viejos", de Cobián y Cadícamo, con el piano de Gandini. "En definitiva -resume- encontré nueve temas que se fueron pegando, por los timbres, por la armonía, algunos por la época, y apareció un disquito raro."
El otro, en cambio, es de músicas nuevas. Y eléctrico. Lo grabará con los rosarinos Killer Burritos, con quienes ya hizo varios conciertos (en Uruguay; en la explanada de Derecho para el aniversario de la Rolling Stone ; en México; en el Personal Fest; en Chile; en Rosario) y con quienes compartirá el escenario del Luna Park. "El encuentro con ellos fue una materia. Ellos trajeron una idea de los temas en cuarteto de rock, otro mambo; una versión de «El cuarto de al lado» y una medio mexicana de «Un vestido y un amor», por ejemplo, y juntos hicimos varios de El mundo cabe en una canción , casi igual que en el disco, pero con el estilo de ellos, dos violas, bajo y batería. Yo no sabía cómo meterme al principio, hasta que decidí ir con piano y Hammond, nada más. Una inyección de rock".
Así estará entonces, marcado por el tiempo del rock, en el escenario del Luna Park, como parte de algo más que sí mismo. "Es otra energía. Con el piano sos un hombre orquesta, los dos pedales, las dos manos, la voz. En grupo se da eso maravilloso de la música que son los momentos de comunión". Esos en los que, definitivamente, el "tiempo está de tu lado".
Y, en medio de los álbumes, en medio de las giras, también hay tiempo para Novela , su nueva película, que espera estar filmando el año próximo. En eso estaba trabajando la tardecita en que recibió a LA NACION. Allí en la laptop que quedó en suspenso sobre la mesa ratona ya está, cuenta, casi la mitad del guión. Pero la historia es más larga, y se extiende en el tiempo. " Novela fue primero un cuento largo, que escribí hace 20 años, -dice, mientras uno piensa, casi automáticamente, que eso sería 1989, tiempos de gestación de Tercer mundo -. Tuvo veinte años de silencio, y ahora encontré, después de haber vivido y de haber pasado cosas, la forma que me parece que tiene que tener este cuento que, aunque fue pensado para cine, tenía un relato muy formal, una estructura clasiquísima." No es mucho más lo que dice por ahora. Salvo que, otra vez, el amor estará en el centro, como lo fue, aunque de maneras tan diferentes, en Vidas privadas y ¿De quién es el portaligas? sus films anteriores.
Cae la tarde, llega la noche y también en la charla hay lugar para los signos de estos tiempos: el impacto de la muerte de Alfonsín, los libros que llegaron a sus manos, las músicas que no hay que perderse, Charly ("no lo vi todavía, pero me dicen que hizo unas músicas que no se pueden creer", cuenta y cree sin dudar), los tiempos violentos de dengue y crisis.
Lo dejamos allí, en "el torbellino arrebatado" de viajes, hijos y discos, en su hacer sobre la marcha. "Es la forma que tengo de hacer -asegura-, muy pisciano, ¿no?".
FUENTE: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1119810
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