
Nos hemos podido enterar por cualquier sitio que Fito Páez sacó nuevo disco. Nosotros hemos esperado a escucharlo y compartir opiniones para hablar algo sobre este nuevo
RODOLFO. Se trata, en palabras del propio Rodolfo (Fito ahora prefiere que le llamemos así), de un disco austero. Páez también estrena película
(¿De quién es el portaligas?) y fue durante la postproducción de ésta que se encerró a componer y grabar su nueva entrega musical. Una habitación, él y un piano. Sin más. Atrás quedaron sus producciones barrocas, recargadas y con colaboraciones de lujo. El Flaco nos llega aquí a pecho descubierto, en estado puro. Es opinión generalizada que Páez suena mejor y se disfruta más en vivo que en estudio. Ello le ha llevado con frecuencia a grabar pensando en cómo sonaría ese tema ante el público. En esta ocasión Fito también dejó eso y ha hecho un esfuerzo de introspección, unos temas paridos sin más frontera ni perspectiva que la del goce de las notas saliendo del piano. Así, nos ofrece un disco repleto de temas sobre el amor, alguna referencia a vidas sórdidas (Sofi fue una nena de papá), pensamientos compartidos a ritmo de vals (Cae la noche en Okinawa) o un homenaje a
Litto, Charly y Spinetta (Gracias). Musicalmente hace dos incursiones en la (mal llamada) “música clásica” con su Nocturno en Sol y Waltz for Marguie. El disco se redondea con un revolcón en la música tradicional Argentina: una deliciosa Zamba (del cielo).
Probablemente el disco pueda decepcionar a quien quiera más de lo mismo, a quien superficialmente siga colgado del
Fito de El Amor después… y posteriores surrealismos; pero para quien sigue su evolución, su trayectoria y avatares, es una delicia que nunca, nunca, se cansa uno de oír. Más que recomendable. Y si quieres saber algo de porqué "Rodolfo" o cómo se fraguó el disco, puedes oír
AQUÍ un resumen de la entrevista que dio para la Rock&pop. Gracias Fito… estoooo, queremos decir gracias ¡Rodolfo!
