Por Cristina Castello
Está rayado. Metido dentro de un pijama rayado - recién se levanta - parece "Chiquilli" o "Conejo ingenuo". Así le decían cuando empezó con la música. Tiene buen humor y desayuna jugo de naranjas y omelette, mientras empieza nuestra charla, con cara y risa de niño. Y va cambiando. De a ratos tiene la cara de una tía sabia, de bucles y anteojos; en otros, la de un hombre hecho y derecho, de anteojos y bucles. Y en todo momento, parece un dibujito animado… de esos que dicen verdades. Para las fotos, se sienta a su piano e improvisa. Por debajo de los pedales, se ven sus piecitos flacos. Y, sobre el teclado, las manos, que tocan muy alto.
- ¿Estás tocando el cielo con las manos?
- No, no… estoy satisfecho porque cumplí muchos deseos, pero… ¿el cielo con las manos?… ¡Nooo! Además (con sencillez), siempre disfruté de mis momentos: de todos, incluso en las épocas más terribles.
- Pero en "Circo beat" hay una mirada escéptica…
- Sí, la mirada del disco es retrospectiva y muy escéptica con respecto a la raza humana, pero tiene mucho vigor
- Para hacerlo, volviste a Rosario… ¿querías nutrirte de tu infancia?
- Mirá… yo fui a recordar. Fui a saber quién era este tipo - yo - que llenó tantos estadios. Me fui para adentro… ¿entendés?… para no volverme loco. Porque si vos estás en Vélez, y Velez está lleno… pero vos no estás "en medio de" la gente… y estás "en" el escenario… y estás cantando, y todos cantan con vos… Y después salís a la calle, y te piden autógrafos… entonces… ¡vos no entendés nada!; Es que todo es de una violencia - tan poderosa - que es difícil de asimilar rápido. Bueno… en Rosario, fui armando todo esto de a poquito.
- La vida no te había dado tiempo acá…
- Mmm… digamos que quise volver al barrio. Necesité rescatarlo fielmente y estar -muy hondo- en el lugar donde viví veinte años. Hice como el tipo de "Cinema Paradiso"… ¿te acordás? (con ternura)… el que vuelve al pueblo, y ve cómo le tiraron el cine abajo, en nombre del progreso… ¡por mí, al progreso pueden metérselo ya sabés dónde!
- Quizás "si Disney despertase" (título de una canción de Fito), diría lo mismo…
- Y… (se ríe) ese chico… Disney… por ahí volvería a Rosario, y se encontraría con todos los cines, convertidos en shoppings.
- Dijiste Disney "volvería" a Rosario… ¡si nunca estuvo!… ¿te identificaste con él?
- No sé… pero algunas cosas suyas - no muchas - me interesan, sobre todo eso de quedarse detenido en el tiempo… ¿no? Pero parece que no se despertará… que se murió nomás.
-¿Y cuál es tu idea de la muerte?
Es muy simple (sin ningún asomo de drama), por tan cerca que la tuve: a los ocho meses de estar vivo murió mi madre.
- Quienes fueron ciegos, de bebés, no saben cómo es ver, ¿vos no sabías cómo era tener mamá?
- No, pero - justamente porque no sabía - para mí era un tema más. Después, el "afuera" me hizo dar cuenta: porque veía a mi abuela - en medio de todas las madres - cuando iba a buscarme al Jardín. Y eso era lo importante para mí: que estaba cubierto por ella, por mi tía abuela, y por mi padre; y… ¿sabés?: ellos me dieron una sobredosis de amor. ¡Me dieron tanto, tanto, tanto!… (lo dice con la voz, con las manos y con todo el cuerpo)… que dejaron un depósito de amor dentro mío; y de ahí empecé a sacar, cuando tuve una gran, gran tragedia.
- Un depósito de amor… ¿como un retrato de Dios, en vos?
- ¡No, no!… (se ríe)… el retrato de Dios es la cara de John Houston, cuando lo vi con barba y dije: "¡Uy… mirá… Dios! No, pero… en serio… es que debo haberles despertado tanta piedad, tan chiquito y sin madre… Habrán dicho:(como si contara una película) "este objeto chiquitito, con huesitos y cablecitos adentro… " Entonces, tuve una infancia y una adolescencia muy felices.
- Aprendiste la alegría. ¿Qué razones hay para reír?
- ¡Todas!. (Carcajadas) No hay razones para no reír.
- ¿A pesar del horror del crimen de tus abuelas?
- Sí… porque me acuerdo más de todo lo que me dieron las chicas (las abuelas), que del asesinato.
- ¿Qué monstruo mató a "las chicas"?
- (Muy sereno) Son dos psicópatas. No es que robaron y se fueron: robaron y esperaron una hora, a dos viejitas de ochenta años, para darles treinta y nueve puñaladas. Bueno… ahora uno está suelto y el hermano - Walter - el que parece que es el asesino, está preso en Coronda, y tiene Sida.
- ¿Walter te inspira piedad?
- No: siento un odio genuino y auténtico por él.
- ¿Cómo eran las "chicas"?
- (Con ternura) Bueno… locas las dos, como todas las chicas inquietas. Muy clásicas en su pensamiento - eran de principio de siglo - pero eran ¡locas, locas! (con placer), y siempre habilitaban lo inesperado.
- Sabés ser feliz y darte cuenta…
- Exactamente, pero eso me hace muy vulnerable, también. Pero… (debajo de los anteojos, le titila -complacida- la mirada)… ¿cómo no divertirme cuando recuerdo que las chicas decían: "¡no, no, no!" y después: "bueno, sí… "? ¡Eran sensuales, como todas las mujeres!… .Y como las que yo miraba, desde el escenario, cuando tenía siete años y tocaba el bombo legüero, en la escuela. En cambio, la mayoría de los hombres son áridos: son presidentes, juegan el fútbol y tienen pelos… los más interesantes son los que tienen una parte femenina fuerte… ¿no?
- ¿Vos gustás a las mujeres por la pinta de antihéroe?
- No sé, pero cuando veo tantas y tan guapas, que gritan como locas en los shows, me asombro mucho.
- ¿Usás anteojos para seducir, con onda intelectual?
- No… ¡qué intelectual!… ¡No veo un carajo! Tengo miopía, astigmatismo, y un poquito de presbicia… ¿querés más? Y no sé por qué gusto… pensar que en Rosario iba a los bares - al Laurak, al del Savoy o al Saudades - a tratar de levantarme alguna chica. Y nunca pasaba nada… ¡pero era toda una actividad! (carcajadas)
- Importaba más la búsqueda que el encuentro…
- Exactamente. Bueno… pero también… (travieso) ¡encontré!. En sexto grado me enamoré de Silvia Campari: duró un año y medio… y después… no sé… ¡me habré derrumbado!,. Pero - aún así - siempre son lindas las cuestiones del amor, porque están en juego cosas que uno desconoce de uno mismo.
- Como si con el amor se jugara la vida… .
- Sí, uno apuesta a algo verdadero y le entrega la intimidad a alguien, y si esa persona no le corresponde… ¡entonces el mundo es muy hijo de puta! (Se ríe)
- A tus quince, fue Myriam. ¿Qué pasó?
- Estuve muy enamorado de ella: me parecía muy sexy y misteriosa, pero… no llegamos a la cama. Es que (muy reflexivo) me parece que ella "quería", pero… ¡yo no me daba cuenta!, así que al poco tiempo se enrolló con otro chico. Y entonces yo me dije: "¡qué boludo!", y pasé un sufrimiento espantoso… como si el amor fuera una lepra, a veces… ¿no?
- Con la próxima habrás estado más atento…
- ¡Ah, sí! Me desvirgué más o menos a los diecisiete años, con otra Silvia, pero… ¿sabés? (muy sorprendido, todavía)… Creo que ella era virgen, pero… no estoy seguro., porque yo no sabía, na-da. Y, cuando "terminé", me dije: "¿Y esto era?" Porque conocía muy bien el tema, pero mis experiencias habían sido "solitarias"… ¡y eran más ascéticas!… ¿no?. En cambio, de a dos… había que tocar a la otra… ¡qué sé yo!… (ríe de sí mismo)… era más complicado.
-¿Tus amores te pusieron siempre al borde del abismo?
- No, mirá… tuve amores pasionales, pero ahora prefiero los que son más tranquilos, para charlar. Porque la pasión, entendida como borde vida-muerte… ¡ah!… ¡te la regalo!… ¡Esos amores que son para tirarte de un séptimo piso!… ¡No… basta, no quiero más!… Ya ves, soy menos extravagante de lo que parezco…
- ¿Con Fabiana Cantilo tuviste la sensación del "séptimo piso"?
- Mmmm… con Fabi tuvimos una relación muy brava - muy brava - porque los dos pasábamos momentos difíciles. Eramos como Gatica con el General: dos potencias se saludan.
- A ver: ¿cómo era la cotidianeidad de ustedes?
- (Resopla, profundo) No había cotidianeidad, ni regularidad, ni códigos, ni horarios, ni comida: éramos muy despelotados los dos, y nos queríamos en el despelote. Vivimos una convulsión, y estábamos… ¡muy arriba, muy arriba!… Bueno… ¿vos me entendés?
- Era una relación lisérgica…
- Era como… como ver estrellitas… y bueno… había muerto mi papá, y al año fue lo de las chicas, y yo me volví loco, loco, loco. ¡Y ahí sí, me metí hasta el fondo, en todo!… Y fue muy difícil, y también para Fabi, pobrecita. Por suerte, yo ensayaba lo mismo, pero una vez ella me llevó arrastrándome, y me metió en el auto; fue una semana después del asesinato. Después dejé las drogas, y seguí con el alcohol, y grabando…
- Eran drogas pesadas… ¿sabías que te destruías?
- Mirá, con heroína no probé nunca, y con las otras… bueno, por un lado, sabía que no hacía mal a nadie -salvo a mí- y, por otro, jugaba con el morbo… me parecía interesante eso de: "Ah… yo me hago mal, yo me destruyo".
- ¿Tenías mucha dolor adentro y no lo soportabas?
- Puede ser, pero uno no sufre "por" la droga: uno sufre por otras cosas, y empieza a tratar de sanearlas, con ellas. Yo las tomaba, porque necesitaba meterme toda la vida del mundo, ¡toda!: quería engancharme con todo lo vital. Pero tuve que cortarla, de un día para otro: estaba reventado.
- ¿Fue difícil dejar?
- Y… habré tenido mi "mono" -así se llama al período de abstinencia- pero no fue insoportable. Y si Cristo cruzó el desierto… ¿cómo yo no iba a dejar la droga?
- Usaste tu fragilidad, como fuerza…
- Es verdad, yo "parezco" frágil pero no lo soy. Y me rompo en mil pedazos, y ahí empiezo a expandirme… ¡y a salir!
- ¿Cómo hiciste, en este caso?
- No fui a lo de "esta" Betty Ford en Estados Unidos, ni a ninguna de las "clínicas", donde acá podrían haber internado a Charly; porque, en esos casos, la psiquiatría funciona como un estado policíaco: tiene una brutalidad, una ignorancia, y una represión, que espantan. Quieren internar al drogadicto… ¡aislar a un tipo que está padeciendo!… ¡No va, no va, me dan asco… ! ¿Por qué no aprenden a ser solidarios?
- ¿Seríamos solidarios, si tuviéramos conciencia de que somos vulnerables, no?
- ¡Claro! Porque diríamos… "me puede pasar a mí"·. Pero a casi nadie le importan sus semejantes. Entonces aparecen cosas de una crueldad que no se puede creer: "¡Charly está mal!", decían en las tapas de las revistas… ¡ y lo decían los psiquiatras o los pastores! Y lo decían de un tipo que entendió veinte años de la Argentina y los puso en canciones… (con repugnancia) ¡Qué mundo caníbal!
- ¿Y dónde está lo bueno… y la primavera?
- Ah… (feliz) En la cara del Negrito (Alberto) Olmedo.
- ¿Ahora sobrellevás el "canibalismo", sin droga?
- Sí, ahora sé que las drogas no fueron hechas para mí. Porque son como vivir una realidad virtual, como meterme en un aparato, para vivir una vida que no es la mía.
- Cuidás tu cuerpo…
Lo tomo muy en cuenta, y lo cuido y lo descuido, según me haga falta: es el orden y el desorden que necesito para vivir. Yo no tolero el mundo, y entonces, en un momento, necesito descansar de él. Y entonces bebo, y eso -a veces- me hace un poco de daño, pero no tanto, como lo bien que me viene perder la cabeza, cada tres o cuatro días. Así que unos días me cuido, y como y tomo, con moderación. Y, después, de nuevo -con Ceci y con amigos, en mi casa-y con champagne o vinito, hablamos, y toco el piano, y me pongo un poco tonto y… y así pasa la vida.(Contento, parece un chico) Son vacaciones, vacaciones, vacaciones del mundo…
- Y en vacaciones,¿cuál es el sentido de la vida?
- Puuf… (Travieso) Una buena chica en tu cama, un buen chianti y una pasta italiana… ¡Basta de mundo! (risas). Además, no se puede hablar siempre de la ingeniería humana; también me gusta divagar con cosas intranscendentes, o hacer de chica y decir que soy "la Páez" (se ríe). Eso me divierte mucho… porque la vida está teñida de muchos colores.
- No todo en el mundo es maldad…
- Es verdad y hay muchas personas encantadoras. Pero el alma de mundo, es la maldad. Y, mirando para atrás, me doy cuenta de que lo percibí, de muy chiquito. Fijate que, una vez, a la vuelta de un viaje al Norte con mi familia, di dos clases especiales, en la escuela; y dibujé acueductos y oleoductos, y dije que los hacían tales y tales empresas, y pegué fotos y … ¡y era un delirio, total… eran todas mentiras! Pero la maestra me puso un diez. Entonces me dije: "miento y me llevo un diez"… mmm… algo no funciona: es que había descubierto una fisura, para mandarme. Y ese era el mundo que llaman "real"
-"Nada del mundo real desaparecerá",decís, ¿permanecerán los valores?
- No, no, ahí soy muy escéptico: ¡todo desaparecerá! Y ya no creo poder cambiar el mundo: esto es el "findelmundismo"(festeja su ocurrencia).
- Si cada uno cambiara su pedacito de mundo, el mundo podría cambiar, ¿no te parece?
- No, no… yo mido 1,77 y nadie que mida 1,77 puede cambiar un mundo donde existe Ruanda, y donde hubo desaparecidos. ¡No, no!… el mundo está conformado por seres humanos: una especie terrible. ¡No se puede!
- Sin embargo, sos rebelde…
- No, ya no tengo la idea conspirativa, de que el mundo está en mi contra. Entonces, detesto este modelo de país, y cómo funciona el mundo, pero no hago una militancia de eso. Simplemente ocupo el lugar del diferente: no soy rebelde.
- Donaste 500.000 dólares de un recital, a Unicef: un caso único. Y eso: persisitir en las ideas ,y en la conducta, ¿ no es ser rebelde, en el "findelmundismo"?
- Bueno, pero (convencido)… ¡no es tan difícil!… ¡son cinco minutos de tu vida, para ayudar a los chicos! Y además, cuando vi que el mundo no va, me dije: "¿Para qué discutir?… ¡hay que hacer!, ¿y qué hago yo? ¡Música!". Bueno… la hice.
- ¿Tenés una idea religiosa de la vida, no?
- Sí… una suerte de idea de la fe: yo tengo una formación católica, apostólica, y romana, y eso me armó mucho. Y Cristo me parece un tipo bárbaro: que curó a los ciegos y que hizo milagros… ¡y que lo crucificaron! Es la metáfora del hombre: al que hace todo bien, lo revientan… como a los chicos que no sacaban diez, como yo, porque no mentían.
- Ahora no mentís… ¿por eso tu ángel?
- No sé… yo hablo con "mi" verdad y estoy involucrado muy seriamente con lo que hago. (Con inocencia)¿Será por eso?… No sé, pero -si no- no se entiende cómo, un chico que escribe canciones, con un piano, hace tanto quilombo… No sé… estoy lleno de dudas, pero eso me alegra, porque me permite relajarme; en cambio, cuando todas son certezas, hay que armar toda una estructura, para defenderlas. No podría… ¡me crearía un caos!… y yo no soy tan caótico como parezco.
- ¿Aprendiste eso en tu análisis?
- ¡Es verdad!… Sí, hice análisis unos meses, después del asesinato y si bien no me dio ningún orden, me ayudó a pensar. Creo que es bueno… y, sin que haya que hacerle un culto, la técnica me parece intrincada e interesante, como para manejar algunas situaciones.
- ¿Y qué tal sos para manejar un auto?
- ¡¿Un auto?!… ¡No sé manejar!… ¿Cómo voy a manejar un auto, si no sé manejar mi vida?
- ¿Entonces fue Cecilia quien te ordenó la vida?
- Sí, sí… (se ríe)… a mí tener esta familia con Cecilia y con Hugo y Coco -los gatos- me pone en un lugar muy cómodo y lindo, para vivir. Para mí, más que haber llenado tantos Luna Park, lo que vale es estar con ella, la música, un vino y un plato de comida.
- ¿De qué comida?
- (Tiene chispitas en los ojos) ¡De pastel de papas!… ¡Mato por eso! Pero, sin cebollas ni pasas de uvas, y con aceitunas verdes.
- "Te ví, te ví, te ví, juntabas margaritas del mantel": describiste tu encuentro con Ceci, pero… no tenía margaritas, sino una copa…
- Sí, pero lo de las margaritas pasó después, en una mesa baja, donde ella siempre pone flores.
- Es curioso… tu mamá se llamaba Margarita…
- Sí, y por eso la palabra "margarita" me parece tan linda. … y por eso la puse, pero no de manera irracional porque -cuando escribo- cada término tiene un sentido, y sé la tela que estoy manejando. Bueno… ¡son juegos que uno hace con la vida!
- ¿Cómo es Cecilia?
- Ceci es encantadora… (se le ilumina la cara)… ¡no tenés más que verla y te da gracia, porque es guapa! ¡Y me hace sentir guapo a mí! Conoce la vida -la suya fue terrible- y es una compañera muy cercana la Roth, de verdad, muy igual… y es muy lista, Y entonces yo no tengo que pensar, ni hablar tanto: es una par… ¡y nos llevamos de puta madre!
- ¿Sentiste con ella la sensación del "7º piso"?
- Para nada… no la viví, ni me interesa: no repetiría nunca una cosa así, a menos que me volviera loco.
- ¿Están buscando el hijo?
- Estamos… estamos intentándolo, y supongo que en algún momento va a caer. (Sonríe) Debe ser que el bebé está allá arriba y dice: "No, con estos neuróticos… ¡ni loco!… primero que Cecilia termine su película con Adolfo (Aristarain) y que el otro acabe con su 'Circo beat', y a lo mejor ahí les digo: '¡hola!'"
-Pero ustedes lo alientan a venir… ¿es cierto que te gusta ver correr a tu mujer por el cuarto?
- Bueno… (divertido) a todos nos gusta ver correr a las chicas por el cuarto. Es que el amor es un juego, sólamente un juego, y hay que alimentarlo de las más diversas fantasías. Además, el sexo es importante para conocer todo: traumas, virtudes y todas las zonas más íntimas y profundas. Así que nosotros, no nos prohibimos nada. Tenemos la sensualidad de la sexualidad, y es allí donde se terminan las palabras, y empieza otro lenguaje: el de los cuerpos. Y el de la Roth es… ¡lo más!
- ¿Qué tiene la Roth de diferente de otras mujeres?
- Algo impublicable (carcajadas).
- ¿Ella te da su parte terrenal, y vos le das tu aporte celeste?
- No… ella también tiene su locura mística, y a veces creo que es más grande que la mía: nos complementamos. Y nos amamos -a la vez- ciega e inteligentemente, porque los dos venimos de batallas muy bravas.
- ¿Juntaron la plata de los dos, o cada uno tiene su patrimonio?
- Todo lo mío es de ella y viceversa: de hecho, esta casa -donde vivía ella- ahora es de los dos; y no discriminamos quién entra más plata: todo va a un fondo común.
- Pero ella sabe más que vos, de las cosas de plata...
- Sí, a ella en la vida diaria le va muy bien, y le encanta. Un día me preguntó: "si hacés tan lindas canciones, ¿por qué no tenés dinero?" Y, claro, tiene razón, así que ahora hay un abogado, un contador, gente de confianza, y listo.
- ¡No haberlo pensado antes!
- Sí, pero lo anterior también fue divertido.
- ¿De chico pasaste privaciones?
- De ningún tipo: éramos de una clase media… muy esforzada, que se toca mucho con la baja, pero mi padre hizo muchos sacrificios, para que yo no pasara necesidades. Sí recuerdo ahora, cosas como: "no invites chicos a casa, porque van a ver cómo es"; o peleas de mi padre con mi abuela, los domingos, mientras sacaban cuentas. Ahora, de grande, supongo cuánto les habrá costado darme hasta los "Levy" que me gustaban…
-Y no rendiste contabilidad, porque ese día mataron a John Lennon. ¿Te sentís raro, ahora, sin problemas de dinero?
- No, no, yo sigo sin saber nada, pero me armé como para defenderme. Pero parece que hay como una condena hacia el tema: "yo te conocí villero y entonces, ahora… ¡seguí villero!"Pero yo nunca tuve conflictos con la plata: ni cuando la tuve, ni cuando no la tuve… así que… que no vengan ahora, a decirme que -si me meto con el dinero- voy a perder la música.
- ¿Y qué es la música?
- Supongo que un medio de comunicación, y una fuente de hedonismo, y de narcisismo. Pero me parece que hay cosas más importantes… como el silencio.
- Pero tu música, en los recitales, es como una ceremonia donde se celebra la vida…
- Es verdad… es una especie de rito pagano, donde nos escuchamos todos.
-Y cuando termina, todos se van, satisfechos…
- Claro… pero mirá qué palabra: "satisfechos"… ¿quién está satisfecho acá?
- ¿Entonces, cambiás tu pedacito de mundo?
- (Se ríe) ¡Basta, che… ya te dije que no! Lo único que se puede hacer es obtener esas pequeñas cosas… que son las que quedan en uno.
-¿Y qué te queda de "Conejo ingenuo", y de "Chiquilli?
- (Ríe a carcajadas) Todo, todo… y trato de conservarlo y de no ponerme grande y tonto. Para no crecer, sin darme cuenta de que sigo siendo un chico.
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