El músico saltó a escena y durante dos horas exactas realizó un repaso por su discografía y solamente fueron dos los temas que interpretó de su último disco, "Confía". Siempre carismático, interactuó, como es habitual en él, todo el tiempo con el publico de su "querida Mendoza", a la que hizo, reír, saltar y hasta llorar. Manejó todo desde el escenario con una presencia y un talento soberbios que demuestran por qué es uno de los mejores artistas del país.
"¡Qué divino!", exclamó emocionado cuando las cientos de almas que colmaron el Bustelo unieron sus voces al unísono con el clásico "Pétalo de sal" del disco El amor después del amor, sin dudas, uno de los favoritos.
Las lágrimas fueron para "Brillante sobre el mic" también procedente de su material de 1992. Otros temas inolvidables que sonaron fueron "11 y 6", "Circo Beat" y "Polaroid de locura ordinaria", entre otros, que se llevaron la emoción y las voces de los presentes. Fito no descansó un sólo segundo, el cegador juego de luces y el imponente sonido de su banda tampoco permitieron a sus más fieles seguidores hacerlo. Era una emoción tras otra.
La noche llegaba a su fin y el histriónico artista decía adiós con "Ciudad de pobres corazones" y "A rodar mi vida". Pero su público, extasiado aunque exhausto no permitiría que Páez abandonase el escenario tan fácilmente . Vitorearon sin cesar hasta que, finalmente, Fito regresó a escena con un cambio de atuendo y la misma energía con la que había arrancado el concierto.
Mendoza quería mas y el músico volvió a escena con "Dar es dar", "Mariposa Tecnicolor" y "Es sólo una cuestión de actitud" fue la elegida para bajar el telón de una noche para el recuerdo. Así, se despidió finalmente de su público con la promesa de regresar el año que viene, con su nuevo disco, a vivir otra "inmensa y hermosa noche en la tierra del sol".
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