2 de mayo de 2011

Llueve sobre mojado

Por Pablo S. Alonso Especial Para Clarín

El agua barrosa formaba charcos sobre los paneles de plástico que cubrían el piso de GEBA. A medida que se acercaba la medianoche, el frío se sentía cada vez más. La amenaza de chaparrón era constante. Pero el “Vade retro, lluvia” que Fito Páez exclamó durante su show despedida -al menos en Buenos Aires- de su disco Confiá fue efectivo: para cuando el cielo cedió, el público ya había abandonado el lugar. Habían presenciado el cierre de un ciclo, pero también otra vuelta al perenne El amor después del amor (1992): Páez y su banda interpretaron la mitad de ambos álbumes.

La matriz compositiva de Páez es tan inconfundible como la de sus maestros. En este show no sonaron los momentos de Confiá que recuerdan a parodias de Peter Capusotto como “Estado del tránsito por Fito Páez” (pero tampoco se escuchó la notable Limbo mambo ), sino algunas canciones formalmente impecables ( Confiá, Tiempo al tiempo -los dos primeros temas de la noche- y La ley de la vida ) y otras que no desentonarían reapareciendo en el futuro: London Town, La nave espacial y El mundo de hoy , un tema que Elvis Costello podría haber firmado en su Trust .

Después de haber girado con grupos reducidos durante buena parte de la década pasada, la banda actual de Páez tiene un formato similar al de sus grupos de los noventa, aunque hay marcadas diferencias. Eloy Quintana y Gastón Baremberg forman una sección rítmica sólida aunque el bajista Quintana no le ofrece a la música de Páez las posibilidades de un Guillermo Vadalá. Dizzy Espeche (“De Santos Lugares, como el maestro Sabato”, lo presentó Fito) cumple dignamente como primera guitarra.

Excepto algunas voces femeninas disparadas, los coros estuvieron a cargo de Carlos Vandera (guitarra acústica) y los tecladistas Diego Olivero (también director musical) y Juan Pablo Absatz.

El aspecto vocal es un punto fuerte, no sólo por el empaste que logran con Páez, sino porque el propio Fito muchas veces delega sus participaciones instrumentales y se concentra en cantar: salvo por un par de deslices, está en uno de sus mejores momentos frente al micrófono. En algunos temas se extrañó la presencia en vivo de una sección de vientos. No está clara la función musical de Coki Debernardi en tercera guitarra y percusión.

También sonaron, entre otros, El amor después del amor, Brillante sobre mic (interpretadas con sus loops originales, más que clásicos son directamente artefactos culturales de los noventa), La rueda mágica, Pétalo de sal (Vandera cantó la parte de Spinetta), El chico de la tapa, 11 y 6, Polaroid de locura ordinaria, Tema de Piluso y Mariposa technicolor.

La mayoría es parte del estándar alto con que se juzga cada nueva canción de Fito Páez: un desafío frente al que pocos músicos argentinos de la actualidad se encuentran.

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