12 de junio de 2010

Maradona: Los Caminos De La Vida, De Nigeria A Nigeria


11/06/2010 - 23:22 / ENVIADO ESPECIAL A PRETORIA / Marcelo Máximo - mmaximo@clarin.com

Diego, el Diego, el diez. El de la mano de Dios, el de la gambeta interminable, pelusa. Sale del estadio Foxboro de Boston de la mano de Ingrid María, una enfermera regordeta de tez blanca y cachetes rosas que pretende una foto con el astro, entonces lo sale a buscar al campo de juego para llevarlo al control antidoping. A un golpe al corazón, a un desenlace con frase que queda, tácita, en el lenguaje argentino. "Me cortaron las piernas", dice, con ojos mojados que empañan televisores del mundo. 15 meses, la FIFA le da más de un año de suspensión a un tipo que tiene un declarado problema de adicción. Le pega, ahí abajo, donde duele, le saca la pelota, ese juguete que tiene en su pie. Lo mata, en vida, en llanto.
Lo que llega, para Maradona, ahora que no es Diego, el Diego, el diez, es un espacio para explorar un arte nuevo en esto del fútbol. De alguna manera necesita estar vinculado. Entonces, como futbolista suspendido se hace entrenador, dirige, lo hace en dupla con Carlos Fren. Se hace cargo de Mandiyú de Corrientes (porque siempre vive de la dinámica de lo impensado) en octubre del 94. Son, apenas, 12 partidos, donde gana uno. "Sánchez, terminalo Sánchez, hacelo por la Dalma y la Giannina. Y por mi corazón, Sánchez". Se pelea, el técnico de camisas luminosas, con Angel Sánchez, le golpea a patadas la puerta del vestuario y queda un juicio en el medio, luego ganado por el árbitro.

Es tiempo de Racing -sí, en Avellaneda- para otra vez intentar esto del silbato en mano. Son 11 partidos, su equipo gana dos, se va. Graba una película El día que Maradona conoció a Gardel, protagonizada por Alejandro Dolina. Diego, el Diego, el diez. Vuela a París, Francia, para fundar el Sindicato del Futbolista. Juega en Boca, otra vez en La Bombonera, se pinta un mechón de amarillo, y todos se pintan ese mechón de amarillo. Se pelea, en su regreso contra Colón de Santa Fe, con Julio César Toresani. "Segurola y La Habana 4310 séptimo piso, y a ver si me dura 30 segundos". Se va, entra en una discusión pública con Mauricio Macri, el flamante presidente de la institución. Dice que no se piensa poner la camiseta con una línea blanca en el medio porque es yanqui, avisa, públicamente, "a Latorre lo voy a fajar", por alguna declaración del otro Diego e ídolo, en su tiempo, de la gente.

Cancha de Vélez, va Boca. "Lo único que falta es que un plantamandiocas nos venga a decir cómo tenemos que vivir los argentinos". Lo dice por José Luis Chilavert. Boca pierde, es 1-5, y escándalo. "¿Por qué no me habla maestro? No está muerto, hablemos como hombres y como seres humanos. ¡Qué no me va a contestar, pero es un botón". Javier Castrilli lo mira, desafiante, como en toda su carrera de árbitro miró a los futbolistas. Erra un penal, dos, tres seguidos, engorda y adelgaza, va y viene, busca su lugar, ese podio de los elegidos de la pelota. Lengua filosa, esta vez contra Pelé. "El dice que me tengo que recuperar de las drogas, yo digo que él debutó con un pibe y le pegaba a la jermu". La pica con el brasileño se sale de los parámetros futboleros, le apunta a la AFA: "A Grondona se le escapó la tortuga". Lo tiene en la mira a Macri: "Es el cartonero Báez, los dirigentes de Boca son más falsos que dólar celeste". A la política nacional: "Les saco una ventaja, ellos son públicos y yo popular". A los jueces: "Bernasconi es muy rápido, es capaz de meterle un supositorio a una liebre". Al mundo, se pelea, discute, se enfrenta, dice. Diego, el Diego, el diez.
Viaja a Chile para una entrevista en un programa televisivo que conduce Cecilia Bolocco. Tiene un problema de salud -pico de presión- y es internado. Lo contrata a Ben Johnson como preparador físico, juega contra River el 25 de octubre de 1997, el primer tiempo. Lo reemplaza... Sí, Juan Román Riquelme. Tres días más tarde, para su cumpleaños, anuncia el retiro definitivo. Al tiempo publica su autobiografía Yo soy el Diego. En enero de 2000, y de vacaciones en Uruguay, es internado en el sanatorio Cantengril de Punta del Este. Crisis hipertensiva y un cuadro de arritmia ventricular. Viaja a Cuba para un tratamiento especial. Vuelve, se hace finalmente el partido homenaje con estrellas y la Selección dirigida por Marcelo Bielsa. "Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha". Sacude, entre lágrimas, a quienes se alistaron detrás de su magia, en sueños de balón.
Diego, el Diego, el diez. Se separa de Claudia Villafañe. También de su amigo Guillermo Coppola, es internado otra vez, con excesos y un peso demasiado elevado, en la clínica Suizo-Argentina. Maradona otra vez. "Crisis hipertensiva con un cuadro basal de cardiopatía dilatada". Se lo traslada a la clínica neuropsiquiátrica Del Parque para un tratamiento de desintoxicación. Tres meses, miles de carteles, filas, fieles. Pesa 120 kilos. "En los pabellones, hay uno que dice que es Napoleón y a mí no me creen cuando digo que soy Maradona". Sale, se hace una cirugía bariátrica en Cartagena de India, Colombia. Vuelve, está flaco, fresco, lúcido, y conductor. La Noche del Diez, Pelé y Fidel. Rating, premios y estabilidad. Se sube al tren de La Cumbre de los Pueblos como opositor, junto con Hugo Chávez y Silvio Rodríguez, a la IV Cumbre de las Américas. Asume como vicepresidente del Consejo de Fútbol de Boca. Se cae, otra vez.
Excesos de alcohol, Sanatorio Güemes. "hepatitis aguda y tóxica". Queda internado otra vez, filas y fieles, carteles y llantos y rumores de muerte. Tiene una recaída en plena recuperación y es trasladado al hospital Madre Teresa de Calcuta, en Ezeiza, donde ahora vive con su novia Verónica. Es derivado al Sanatorio de Los Arcos por un tiempo, para luego ser trasladado a la clínica psiquiátrica Avril por su adicción. Otra vez, rumores de muerte y partes médicos son la escena diaria de los argentinos. Y del mundo. Sale, de una vez, entero, como de un cuento. Showbol. Asume en la Selección como entrenador. Debuta con triunfo en Eliminatorias (4 a 0 a Venezuela) y a los cuatro días desafía a la altura de La Paz y el equipo pierde 1-6. Se rompe su relación con Riquelme, se hace insostenible, divide, porque Diego, el Diego, el diez, siempre divide. Es abuelo, nace Benjamín, y ahora jura por la Dalma, la Giannina y el Benja. Argentina se clasifica en el Centenario, agónico boleto a Sudáfrica. Le apunta a la prensa, la tiene adentro la espina, la saca, dice y se abre una polémica. Lo suspende otra vez la FIFA, ahora como entrenador. Se refugia, paga la pena y sale, otra vez a escena.

Un habano en mano, un buzo pintado, Nigeria del otro lado. El himno, el corazón, un Mundial, 16 años después. Valeria Lynch, me das cada día más, la vida, la muerte, el cielo y el infierno.
Diego, el Diego, el diez. El de la gambeta interminable, él de la mano de un Dios.

FUENTE MISION MUNDIAL

No hay comentarios.:

Publicar un comentario