Sonia Betancort dijo...
Anoche, en Rodríguez Peña y Alvear, muy cerca de donde Borges y Bioy soñaron a Bustos Domecq, me encontré con Fito. Fue como la constatación misteriosa de que encontrarse es siempre una caricia y también un milagro, un algo más indescifrable que nuestro cuerpos coincidentes en la fecha y la hora de una noche privadísima, sorprendente. Gracias, Fito, por la sensibilidad y el cariño con que recibiste mi abrazo antes de marcharme de Buenos Aires. Que el milagro se repita!!
Sonia
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