“…nueve y cuarto de la noche. Acabo de prepararme unos mates. La noche está apacible, no anda un alma. En el pueblo, a pesar de la buena temperatura, las calles de tierra permanecen vacías.
Acabo de llegar de tenis y tengo el calefón enchufado, calentándose para un baño reparador.
La jornada fue serena y Arenaza ni se enteró de los problemas bursátiles que atraviesa el mundo, mucho menos del coche bomba en la puerta del hotel de Afganistán.
Acomodé mis ropas y busqué unas hojas para escribir un poco. Hace mucho que no lo hago, las palabras se volaron, huyeron de mí.
Fito está sonando de fondo. Cantando, feliz, allá por el noventa y tres frente a un estadio lleno. La multitud lo viva, parece excitado “…chau Piluso, chau…” grita.
Y yo sigo aquí, como todas las tardes, prestando atención a sus palabras, sus detalles, sus gestos, intentando descubrir otro mundo. De eso vivo. Un observador de detalles sentimentales que describen a una persona.
“…te vi, te vi, hay cosas que te ayudan a vivir…” dice ahora. Y es así. Páez me ah ayudado muchísimo en mi vida. Una compañía en todo momento. Buenos, malos, felices, tristes, densos, livianos. Me ha enseñado a vivir, a descubrir a los demás detrás de sus carcazas, a distinguir a la gente que te hace mal, que te hace bien… no sé como agradecérselo… eso es Librepáez (pienso).
m@iT()
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